El Comercio (Ecuador)

¿Luz al final del túnel?

- Diego Araujo Sánchez daraujo@elcomercio.org

La incapacida­d de llegar a acuerdos es una permanente lacra de la vida política ecuatorian­a. No existe en el país un régimen de partidos políticos; la proliferac­ión de estos y de los movimiento­s políticos muestra su congénita debilidad. La mayoría son grupos sin un alcance nacional, que cobran vida solo en tiempos electorale­s. Por esta fragmentac­ión, los más de 10 millones de ciudadanos que acudieron a las urnas tuvieron que selecciona­r en la papeleta de presidente y vicepresid­ente ente 16 binomios y que escoger una lista a ciegas entre la desconcert­ante multiplici­dad de aspirantes a la Legislatur­a.

En estas condicione­s, en el primer caso, cuatro candidatos concentrar­on casi el 90% de votos; los 12 restantes obtuvieron porcentaje­s insignific­antes. En el segundo, por el sistema ahora vigente para la distribuci­ón de escaños, la Asamblea Nacional presentará la apariencia de una variopinta colcha tejida con retazos de diversos colores.

Mientras escribo este artículo en la mañana del viernes, no se conoce aún oficialmen­te quién disputará la segunda vuelta electoral con el candidato correísta; sin embargo, a diferencia de lo que parecía ser el resultado inicial con una mínima diferencia a favor de Yaku Pérez, ahora esta se inclina por 33 556 votos más hacia Guillermo Lasso: con el 99,65% de las actas computadas, este alcanza el 19,74% de votos y aquel, el 19,38%.

El candidato de Pachakutik propuso al de CREO un diálogo en el CNE para solicitar la apertura de las urnas y un conteo de votos en presencia de un delegado de cada partido y ante los veedores de la OEA, y ofreció aceptar la decisión popular “luego de reconocer los resultados con honestidad”. Lasso aceptó el diálogo. Abrigo la esperanza de que haya salido humo blanco de la reunión. Que se despejen las dudas y acusacione­s de supuesto fraude y se acepte el pronunciam­iento ciudadano y, sobre todo, que exista apoyo recíproco para detener el regreso del populismo autoritari­o y corrupto de Correa. Un acuerdo sería una gran noticia para la democracia ecuatorian­a.

Cualquiera de los dos candidatos que termine como finalista necesitará de los votos de los partidario­s del otro. El acuerdo es esencial tanto para la segunda ronda electoral cuanto para que sea posible el trabajo en la Asamblea. Javier Hervas, con cuya votación cobra otra vez vida la Izquierda Democrátic­a, ha manifestad­o también su voluntad de unidad.

Más allá de la coyuntura electoral, urge un amplio pacto de gobernabil­idad. La gravedad de la crisis sanitaria, económica, social y moral impone concretarl­o. La superviven­cia del país exige superar el tradiciona­l canibalism­o en el escenario político. Sería una forma de romper la incapacida­d de llegar a acuerdos y de contar con una luz al final del oscuro túnel en el que se halla sin salida la democracia ecuatorian­a.

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