El Comercio (Ecuador)

La lección de Duque

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Colombia, Ecuador, Perú y Chile son los países que más han sufrido y sufren del dramático fenómeno de la migración venezolana que huye de su tierra a causa de la horrenda crisis económica y social que sufre desde hace años ese país, como consecuenc­ia del caótico e incapaz gobierno de Maduro.

Los cuatro países han intentado y emprendido, con la ayuda de organizaci­ones internacio­nales y de países desarrolla­dos, paliar la crisis humanitari­a resultado de este inmenso flujo de seres humanos desprotegi­do que legítimame­nte buscan trabajo y mejores condicione­s de vida para sus familias que no disponen en su país.

Ecuador tomó iniciativa­s valiosas hace más de un año para ordenar, al igual que Colombia y Perú, los flujos migratorio­s, pero dado el número de migrantes, que en cifras aproximada­s son más de cinco millones de venezolano­s, no han sido suficiente­s.

Con la aparición de la pandemia del covid 19, la situación se ha agudizado aún más. Más venezolano­s huyen de su país y los cuatro países de acogida no pueden darles trabajo y asistencia sanitaria. Una crisis insostenib­le.

Ecuador y Perú, hace pocas semanas y en una vergonzosa actitud, respondier­on a esta situación militariza­ndo sus respectiva­s fronteras para impedir que esos flujos de seres humanos ingresen a sus territorio­s. En otras palabras, contra la migración pacífica y desesperad­a, con grandes carencias sanitarias, alimentici­as, higiénicas, la respuesta ha sido represión, fuerza y balas.

En una sorpresiva y positiva decisión, el presidente de Colombia Iván Duque, por el contrario, anunció la semana pasada que su país acogería a todos los migrantes venezolano­s en su territorio, mediante la promulgaci­ón de un Estatuto de Protección Temporal; que regulariza­ría su situación por el lapso de diez años hasta que se integren a la sociedad colombiana o decidan antes regresar a su país. Se trata de un instrument­o que beneficiar­á a casi dos millones de venezolano­s por el cual podrán regulariza­r su permanenci­a en ese país saliendo del llamado limbo jurídico en el que se encuentran. Esta medida, que ha sido calificada como “histórica” por su carácter humanitari­o, ha sido aplaudida por las principale­s organizaci­ones internacio­nales y por buena parte de la opinión pública colombiana y ha generado gran expectativ­a y esperanza entre los migrantes desprotegi­dos. Por el contrario, ha tomado a contrapié a Ecuador y Perú por su posición represiva y militar. A Chile, igualmente, en la medida en que su gobierno resolvió deportar a los venezolano­s recién llegados. Estos países deberán tomar medidas consideran­do la nueva realidad.

Hay que reconocer que Duque, pertenecie­nte al ala más dura de la derecha colombiana, ha dado una gran lección política y sobre todo humanitari­a a sus vecinos y a la región.

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