Sicarios
El crimen de Efraín Ruales dejó ver una triste realidad que vive Ecuador: la presencia de sicarios y de sus poderosos grupos de apoyo. Unos buscan los vehículos o motos para actuar. Otros hacen el seguimiento de la víctima. Levantan todos los datos posibles. Los gatilleros son aquellos que tienen más destrezas para disparar, incluso, en movimiento.
Sí. Así acribillaron al presentador de televisión. Desde el 10 de agosto del 2014 -cuando la figura del sicariato fue incluida en el Código Integral Penal- hasta el 2020 se ha comprobado que 124 homicidios de 7 034 perpetrados a escala nacional se ejecutaron bajo esta modalidad. Es decir, el 1,7%.
Ese delito se configura cuando alguien mata a otro a cambio de dinero. Una reciente investigación de este Diario muestra cómo los sicarios y quienes los contratan se contactan, planifican por chats, entregan el dinero en los alrededores de gasolineras, en basurales o simplemente depositan en cuentas que las mafias mantienen abiertas.
Unos pagan USD 1 600, otros USD 1500. Incluso hay bandas que cobran USD 700.
Eso cuesta una vida. Estos detalles constan en los expedientes judiciales.
La Policía tiene que actuar. Hay información que en zonas montañosas del Guayas se adiestra a los gatilleros. El año pasado, 11 integrantes de la denominada banda de
Los Carniceros fueron detenidos. A ellos se les atribuye muertes violentas cometidas en Guayaquil y en Durán. Todo es indagado por la autoridad judicial. Los responsables deberán ser juzgados bajo el debido proceso.
Entre el 2019 y el 2020, en el país se desarticularon 47 bandas señaladas por crímenes.
Guayas, Esmeraldas, Los Ríos, Manabí y Sucumbíos son las provincias más afectadas por este tipo de ilícitos. Estas jurisdicciones merecen especial atención. No hay que permitir más casos de armados que ingresan a una fiesta infantil y asesinan a un menor de edad, como ocurrió en Guayaquil (2 de noviembre del 2020). Las fuerzas del orden deben garantizar una seguridad integral para todos.