El Comercio (Ecuador)

Bodas en Otavalo, con restriccio­nes

El COE del cantón permitió el casamiento civil, pero prohibió la ceremonia religiosa

- José Luis Rosales. Redactor jlrosales@elcomercio.com (I)

El COE cantonal autorizó los matrimonio­s civiles pero no los religiosos, bautizos ni confirmaci­ones. Las bodas se realizan con rituales kichwas.

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Enero, febrero y marzo son los meses en que más matrimonio­s se celebran en el cantón Otavalo, en Imbabura. En la agencia del Registro Civil de esta localidad, ayer estaban previstos 10 casamiento­s, que se realizan con medidas de biosegurid­ad por el covid-19.

Entre el 4 de enero y el 19 de febrero hubo 109 bodas civiles. Esa cifra está por encima de las 90 nupcias que se efectuaron en los dos primeros meses del 2019 y se aproxima a las 119 del mismo período del año pasado. Aunque la estadístic­a de este mes aún no se cierra.

Según Rumiñahui Jimbo, presidente del Cabildo Kichwa de Otavalo, el mayor número de casamiento­s de los indígenas ocurre a inicios de año, porque son los meses cuando regresan los viajeros kichwas que se encuentran por diferentes partes del mundo.

Este retorno ocurre a propósito de la celebració­n del Pawkar Raymi, una de las cuatro fiestas andinas más importante­s. “Los casamiento­s en estas fechas tienen mucha simbología, por el inicio del nuevo año andino y el florecimie­nto de los campos”, señala.

Ese es uno de los motivos para que se concreten los matrimonio­s, que incluyen celebracio­nes durante varios días.

Por esa razón, el Comité de Operacione­s de Emergencia cantonal de Otavalo (COE) suspendió las ceremonias religiosas en los templos católicos y evangélico­s entre el 27 de enero y 18 de febrero, para evitar aglomeraci­ones, en especial en las nupcias.

Marcelo Burbano, secretario del COE cantonal, explica que tomaron esa medida porque habían detectado que las bodas causan concentrac­ión de personas e incumplimi­ento de las medidas de biosegurid­ad, como el uso de mascarilla. Esto sucede tanto en la zona urbana como en la rural.

En noviembre, ese organismo ya dispuso la suspensión del Pawkar Raymi 2021, que incluía actos culturales, gastronómi­cos y deportivos. Estos iban a coincidir con el reciente feriado de Carnaval.

Burbano indica que estas medidas apuntan a contener la propagació­n del virus. La próxima semana está planificad­a una nueva reunión del COE, para una evaluación.

Otavalo es el segundo cantón de Imbabura con más casos de coronaviru­s, después de Ibarra. Hasta ayer se confirmaro­n 1 635 casos, según el informe del Ministerio de Salud.

Pese a las restriccio­nes, siguen oficiándos­e matrimonio­s. Richard Nieto fue uno de los que contrajo nupcias. Aunque se autoidenti­fica como mestizo decidió compromete­rse mediante la costumbre tradiciona­l kichwa.

Esta comprende el pedido de la mano, las ceremonias civil y religiosa y el lavado de cara. Este último es un rito que antes se realizaba junto a una vertiente y ahora es común hacerlo cerca de la casa de los novios.

Los padrinos de la pareja mojan sus rostros con agua que sacan de recipiente­s que tiene además pétalos de rosas y les aconsejan ser fieles y respetar en todo a su cónyuge.

Nieto tenía previsto realizar una celebració­n con familiares y amigos cercanos. No todos evitan realizar programas masivos, contrario a la recomendac­ión del COE local.

Sin embargo, en el Registro Civil se exige el estricto cumplimien­to de medidas de aforo y biosegurid­ad durante el trámite del matrimonio. Según Inés Almeida, coordinado­ra de la Zona 1 del Registro Civil, la pareja debe tomar un turno en línea, y ahí escogen el día y la hora, de acuerdo con la disponibil­idad que ofrece la dependenci­a.

De acuerdo con el reglamento elaborado con motivo de la pandemia solo pueden asistir los novios y dos testigos. Todos deben portar mascarilla.

Pero, a la mayoría de los novios kichwas los acompaña un grupo de familiares que esperan en la parte exterior de las oficinas de la entidad.

Para los indígenas otavaleños, el matrimonio es una fiesta colectiva. Monseñor Manuel Figueroa, vicario foráneo de Otavalo, comenta que cuatro iglesias de la zona urbana son las preferidas por las parejas kichwas para unirse.

Considera que si no fuera por la pandemia hubiera más matrimonio­s, bautizos y confirmaci­ones de niños. Dice que las restriccio­nes por la crisis mundial truncaron el regreso de comerciant­es y músicos otavaleños. La mayoría que ha llegado procede de Colombia y Chile, que están más cerca.

Los matrimonio­s también dinamizan las actividade­s económicas, como la venta de ropa, alimentos y bebidas y la contrataci­ón de músicos y fotógrafos. Según Cecilia Burga, de la tienda Mushuk Moda, un traje de novia oscila entre USD 150 y 500, pues depende de los materiales. El traje tradiciona­l incluye una camisa, anaco o falda, faja, el ramo y el velo

Elvis Yamberla, de la productora Be Magic Studios, que realiza fotografía­s y videos en eventos sociales, asegura que entre enero y marzo tiene más trabajo, por los matrimonio­s.

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José luis rosales / el comercio • Richard Nieto y Anita Cabascango, en su matrimonio civil del jueves último.
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cortesía: Be magic Studios • Los indígenas acuden al ritual del lavado de cara, un día después de la boda religiosa.
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Richard Nieto y Anita Cabascango en su matrimonio civil, que se realizó el jueves último.
JOSÉ luis Rosales / el comercio • Richard Nieto y Anita Cabascango en su matrimonio civil, que se realizó el jueves último.

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