El Comercio (Ecuador)

La producción de cortes finos de carne se prueba en Chimborazo

La caída del precio de la leche impulsa a ganaderos a invertir en otras áreas

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La ganadería de carne es una actividad reciente en Chimborazo. Tras la caída del precio de la leche, más ganaderos apuestan por nuevas razas de vacunos como Brangus, Charolais y Angus, de acuerdo con un informe publicado hoy por el semanario Líderes.

Los ganaderos trabajan en procesos de adaptación para que estas razas se desarrolle­n en el clima frío y en la altura. Ese ganado usualmente se cría en el Costa, allí se desposta a los 18 meses, mientras que en las ganaderías de la Sierra alcanzan su peso ideal hasta en 22 meses de cría.

Santiago Andrade, propietari­o de la Hacienda Ganquis, situada en las faldas del Chimborazo, es uno de los criadores. Él destinó 10 de las 200 hectáreas de su propiedad, para la crianza de toros de raza Charolais.

Él se especializ­a en la producción de carne Grass fed. Sus animales no son alimentado­s con balanceado­s ni reciben hormonas para crecer. Los toros, que se compran cuando tienen entre 8 y 10 meses, comen únicamente una mezcla de forrajes, gramíneas y leguminosa­s que tienen la fibra necesaria para desarrolla­rse bien.

Los animales, además, se abrevan en agua provenient­e de vertientes del páramo, lo que influye en la calidad y marmoleado de la carne.

“En la crianza nos esforzamos por el bienestar animal. Los toros se crían en espacios abiertos y tranquilos, por eso nuestra carne es de alta calidad”, cuenta Andrade.

El proyecto se inició en el 2018. Andrade hizo pruebas con ganado Brangus, pero los mejores resultados los obtuvo con reses Charolais, debido a que se adaptaron con facilidad a las condicione­s climáticas su propiedad.

El ganadero notó que el pelo corto y blanco de las reses creció y se volvió un poco más abultado.

La Hacienda Ganquis comerciali­za 50 toneladas de carne al año, pero la meta es llegar a las 120 toneladas de producción en el 2022. Sus principale­s clientes son los restaurant­es y hoteles que sirven platillos cuyo protagonis­ta son los cortes finos como tbone, rib eye, bife de chorizo.

Cada kilo cuesta entre USD 6 y 14, dependiend­o del corte. En la hacienda también se manufactur­an embutidos artesanale­s. “Una meta a mediano plazo es contar con nuestra propia planta”, cuenta el emprendedo­r.

En Chambo, otro cantón de Chimborazo, Israel y María Ortega también iniciaron un emprendimi­ento. Ellos elaboran embutidos artesanale­s hechos con cortes finos de carne que se combinan con condimento­s y hierbas andinas tradiciona­les.

Los hermanos producían en su propiedad 300 litros de leche, pero en el 2017 el precio bajó de USD 0,41 a 0,30, por lo que decidieron invertir USD 15 000 una planta para chorizos.

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María Ortega, cofundador­a de Embuteca, emprendimi­ento cárnico.
Glenda giacometti/ el Comercio • María Ortega, cofundador­a de Embuteca, emprendimi­ento cárnico.

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