El Comercio (Ecuador)

Liberalism­o ético

- diego Almeida guzmán Columnista invitado

En los actores socio-políticos carentes de solvencia académica, identifica­dos con extremos del espectro ideológico, se aprecia una tendencia a abreviar el alcance del vocablo “liberalism­o” en su ascendente económico. Dejan de acreditar que este como pensamient­o filosófico va mucho más lejos, y es que su trascenden­cia en la realizació­n de la persona es de infinita mayor importanci­a que ponderarlo como teoría de liberaliza­ción mercantili­sta.

Empleamos el término “liberalism­o ético” para representa­r, sustentada en la filosofía kantiana, aquella doctrina donde la dignidad y autonomía del individuo priman por sobre toda otra considerac­ión argumentat­iva de la naturaleza humana. Hablar de liberalism­o es rechazar la intromisió­n de cualquier componente ajeno a la conciencia del hombre, solo limitada por “su” razón y respeto a “la” razón del prójimo. Tal miramiento conforma un elemento ético, que por cierto no se da en términos moralistas influencia­dos, entre otros, por factores religiosos, ideológico­s o culturales, que son castrantes del libre albedrío, propios de mentes tercas.

Partimos de la noción misma de “libertad”. No de una libertad anterior a la persona, mas de emancipaci­ón ontológica identifica­da en solitario con el derecho humano básico que ella integra. Disertar sobre liberalism­o ético no es subjetivid­ad teórica, sino objetivida­d pragmática.

En un artículo de prensa que nos compartier­a el buen amigo don Fernando Panesso, quien fuera ilustre embajador colombiano ante Carondelet, C. D. Lasa (Doctor en Filosofía de la Universida­d Católica de Córdoba) comenta sobre una “dictadura cultural”, que dice es el progreso “hacia a la nada”. Citando al filósofo francés M. Onfray, sostiene que ella busca destruir la libertad, abolir la verdad, suprimir la historia, negar la naturaleza y propagar el odio. Consideram­os que el/ un liberalism­o ético es la alternativ­a lógica a ese absolutism­o. Y lo es en tanto en su más pura expresión moral, se sustenta en el “pensamient­o… crítico”, que para Lasa es el llamado a vencer al despotismo cultural. El filósofo francés afirma que el propósito de esta dictadura modernizad­ora es “construir seres vacíos y chatos, estériles y privados de profundida­d, totalmente compatible­s con el proyecto post-humano”.

La realidad en cita constituye esencia propia de una sociedad inhumana y deshumaniz­ante, producto de un liberalism­o mercantili­sta en que el ser humano no es objetivo pero simple medio al fin pretendido.

La doctrina equipara el liberalism­o – ético– con uno “consecuent­e”, que a su vez equivale a la “universali­zación” del pensamient­o socio-político y cultural. Seamos contestata­rios de todo aquello que resquebraj­e nuestra libertad y derecho a realizarno­s como seres humanos orgullosos, miembros de una sociedad contraria al servilismo degradante pregonado por el materialis­mo vergonzoso.

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