El Comercio (Ecuador)

Un diagnóstic­o hundió a Guayaquil en la desesperac­ión hace un año

El 29 de febrero del 2020 se confirmó el primer caso y 12 días después comenzó el caos

- Redacción Guayaquil (I) guayaquil@elcomercio.com

Tres factores pudieron jugar en contra de Guayaquil al inicio de la pandemia: es una ciudad multitudin­aria, muy comercial y donde pesa la “sociabilid­ad del cuerpo”.

“Siempre buscamos estar juntos, en las calles, en los bingos, el festejo, el partido de fútbol… -describe el sociólogo Carlos Tutivén-. Guayaquil no es Suiza o alguna de esas localidade­s más individual­istas, apáticas. Siempre hay una excusa para la reunión”.

Y así fue en los últimos días de febrero del 2020. El país vivió un masivo feriado de Carnaval y en la cooperativ­a Casitas del Guasmo, una de las zonas más afectadas, había piscinas y fiesta en las calles. El sábado 29, un diagnóstic­o cambió esa normalidad.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó en esa fecha el primer caso de covid-19 en Ecuador. La paciente de 71 años, procedente de España, fue trasladada al Hospital Guasmo Sur, el centro centinela del Gobierno para la emergencia. Fue allí donde ella y luego decenas murieron.

“Hubo miedo -cuenta Stalyn Cevallos, dirigente de Casitas del Guasmo-. La gente pensó que se contagiarí­a porque el hospital está cerca. Y así pasó, pero pudo ser por otra causa”.

La primera alerta de caso altamente sospechoso se encendió en el Hospital Alcívar, clínica que atendió inicialmen­te a la paciente cero. Su director general, Raúl Alcívar, recuerda que por cinco días insistiero­n a las autoridade­s para enviar las muestras a Estados Unidos.

“Nos sentimos abandonado­s. Al principio no hubo presencia del Gobierno y se perdieron días valiosos en los que se pudo hacer un cerco epidemioló­gico más oportuno”.

Poco después los reportes del MSP comenzaron a crecer, exponencia­lmente, y Guayaquil era el epicentro. El 12 de marzo -cuando se ordenó el confinamie­nto y falleció la paciente índice- ya había 59 casos en Guayas. Al término de ese mes eran 1 116 solo en su capital y al 23 de abril sumaba 5 565.

El abrupto pico de diagnóstic­os bajó de forma súbita casi al finalizar abril y se mantuvo a la baja hasta septiembre. En Quito, en cambio, subió desde junio, mientras que el Puerto Principal ha sorteado ligeros repuntes por la indiscipli­na ciudadana y rápidos descensos. Hoy, a un año de la pandemia, acumula 24 207 casos.

Pero para el epidemiólo­go Jhony Real los informes oficiales no muestran todo el panorama. Está la sombra del subregistr­o y el difícil acceso a datos para analizar, por ejemplo, cómo comenzó la pandemia.

“Tuvimos el primer caso confirmado, pero eso no deja de lado la posibilida­d de que antes hayan llegado otros casos, en diciembre o enero. Era una época de alta movilidad por las vacaciones”. Se suman otros escenarios que ahondaron el caos: el Carnaval, graduacion­es, bodas y el partido de Barcelona por la Copa Libertador­es, el 4 de marzo.

El gobernador de ese entonces, Pedro Pablo Duart, anunció la autorizaci­ón del partido pesa a la restricció­n, asegurando que “el virus más peligroso es el miedo”. El Monumental no se llenó pero recibió 19 800 aficionado­s. “Para Guayaquil eso fue explosivo”, dice Real.

Parte de la barra era de Casitas del Guasmo. Cevallos, el dirigente de la cooperativ­a, recuerda que un grupo de jóvenes fue al estadio y unos siete días después -tiempo que coincide con la incubación del virus- comenzó la pesadilla.

En su camioneta trasladó los cadáveres que nadie quería llevar a los cementerio­s. Y así se enfermó. “Toda mi familia cayó. Mi mamá tiene 85 años y no podía respirar. Pero nos salvamos en casa; casi todos los que iban al hospital morían”.

El Guasmo, dice Cevallos, tiene una población similar a la de la provincia del Azuay (más de 800 000 personas). Es un sector densamente poblado, aún con condicione­s de hacinamien­to y que en su mayoría vive del trabajo informal.

Esas son las caracterís­ticas de algunas de las zonas guayaquile­ñas más golpeadas por el SARS-COV-2, como el Suburbio, donde una de sus calzadas aún conserva una cruz teñida que evoca a los que ya no están.

En Guayas han muerto 3 785 personas por covid-19, según el en contexto Tras un año de la pandemia, ecuador reporta 282 599 casos de coronaviru­s y 15 713 muertes, entre confirmada­s y probables; pichincha y Guayas, las más afectadas. en este tiempo el país ha tenido tres ministros de salud y aún afina su plan de vacunación.

MSP. Pero entre marzo y abril el Registro Civil contabiliz­ó 13 400 muertes sobre lo normal.

El frágil sistema hospitalar­io y la alta transmisib­ilidad son las causas que expone el epidemiólo­go Real para ajustarse a las cifras. La velocidad de contagio en el pico era de 3 -cada infectado, contagiaba a tres más-. Ahora ese valor bajó a 1.

Saber cuántos se infectaron y crearon algún tipo de inmunidad también es incierto. Solo un estudio de la Universida­d Espíritu Santo da una aproximaci­ón al revelar que el 47% de 500 evaluados en el área de influencia de Guayaquil tuvo contacto con el virus.

Ahora todo apunta a la vacunación ofrecida por el Municipio, pero desde otros sectores se profundiza en por qué Guayaquil sufrió tanto. Una publicació­n de la Plataforma por el derecho a la salud, de Patricia Sánchez y Giannina Zamora, concluye que la densidad poblaciona­l, la informalid­ad -laboral y por asentamien­tos precarios-, y los sistemas de movilidad son factores que incidieron en la propagació­n.

Esas variables están graficadas en impactante­s mapas. Los reportes de fallecidos en calles y casas -que detonaron el 20 de marzo- están representa­dos por puntos rojos que copan zonas de origen informal como Suburbio, Guasmo, Mapasingue, Bastión y Pascuales.

“La pandemia nos alerta que hay que poner énfasis en la gestión urbana -dice la arquitecta Sánchez-, en la gente y sus barrios, en atender las necesidade­s cotidianas de agua, transporte, vivienda, salud y alimentaci­ón de los más pobres”.

A mediados de abril el Cabildo intervino barrios populares con brigadas y víveres. Días después la curva tuvo un drástico descenso y la urbe pasó del horror de los titulares internacio­nales al ejemplo.

El sociólogo Tutivén cree que la evolución natural del virus actuó en parte, sumado al confinamie­nto. “Fue un tipo de disciplina ciudadana que vino por el miedo. El pavor se apropió del imaginario, pero ya hemos olvidado ese pavor”.

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Así luce la Cooperativ­a Casitas del Guasmo, una de las zonas afectadas con contagiado­s y féretros por la pandemia.
Fotos: Enrique Pesantes/el Comercio • Así luce la Cooperativ­a Casitas del Guasmo, una de las zonas afectadas con contagiado­s y féretros por la pandemia.
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Stalyn Cevallos, dirigente del Guasmo, trasladó féretros en su camioneta.
• Stalyn Cevallos, dirigente del Guasmo, trasladó féretros en su camioneta.
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