Carrasco combina el fútbol con su oficio de abogado
El futbolista del Mushuc Runa es polifacético. Contrató a un videoanalista para corregir errores de su juego.
Marco Carrasco nació el 3 de enero de 1993 en Ambato. Cumplió 28 años.
Se inició en el club Amazonas de Pastaza y después formó parte de Macará. En el cuadro celeste debutó el 2011. Jugó hasta el 2016. Luego actuó en Técnico. Desde el 2018 está en M. Runa.
Marco Carrasco reconoce que le cuesta quedarse quieto. Se considera un emprendedor. Tiene 28 años, ha sido futbolista profesional desde los 18 años. A la par estudió Jurisprudencia en la Universidad de Loja. Ahora sigue un masterado en Derecho Penal Internacional y Transaccional.
Carrasco, que también es Atleta de Cristo, habla rápido. Es amable y cuenta su historia con el mismo vértigo con el que se desplaza por el costado derecho en los partidos del Mushuc Runa. “Vivo en Huachi Grande (Ambato) y atrás de mi casa también tengo sembríos de frutas. Después los saco a la venta”.
Desde el 2018 está en el cuadro del ‘Ponchito’. Antes estuvo en Macará y en Técnico Universitario. Tiene un hito importante: fue tres veces campeón del ascenso y a año seguido: en el 2016 con Macará al año siguiente con el ‘Rodillo’ y en el 2018 con Mushuc Runa.
Su conocimiento de los torneos le sirve para establecer diferencias. “En la A es todo más táctico. Se permite que haya más juego, que se muestren más habilidades, hay jugadores desequilibrantes. En la B es todo más físico”.
Las dos horas diarias de entrenamiento diario en sus equipos no le resultan suficientes. Por ello, decidió asesorarse y contratar profesionales que le apoyen a mejorar como futbolista.
Fabián Venegas, quien fue hasta el año pasado preparador físico en el ‘Ponchito’ es ahora su entrenador personal. Él le recomendó adquirir una máquina isoinercial, que le ayuda a mejorar su masa muscular y adquirir o mejorar las capacidades para realizar esfuerzos en la cancha.
Carrasco adquirió un ‘yoyo squat’, para mejorar los músculos del tren inferior y una polea cónica en donde trabaja conceptos de fuerza y velocidad. Pero no solo eso, en su casa cuenta con botas de compresión que las utiliza para recuperación muscular y continuamente se somete a crioterapias. “Quiero poder jugar hasta los 37, 38 años. Que la gente me vea y diga mira ese viejo cómo corre. Que no piensen que le estoy robando la plata a alguien. Por eso pongo mucho cuidado a mi parte física”.
Pero su cuidado por la carrera se extiende a otras áreas de estudio. El año pasado contrató al videoanalista Iván Lloay que tiene una empresa de scouting llamada Smartfútbol para que le realice un seguimiento personalizado de sus indicadores de juego.
Después de cada jornada, Lloay le envía sus videos y un informe técnico que contiene información sobre pases buenos, pases malos, duelos ganados (en el aire y a ras de piso) centros lanzados. Además, en el video le muestra zonas que pudo haber usado para atacar o cómo se produjo su retroceso, en los momentos en los que el equipo perdió el balón.
El pasado sábado, Carrasco dio 22 pases buenos, tres malos, cinco duelos ganados por aire y uno perdido, dos centros malos. Estaba haciendo un gran partido, pero le sobrevino la desgracia de cometer un autogol ante un acoso de Roberto Ordóñez de Aucas. “Pude haberme tomado un segundo antes para rechazar con pierna izquierda. Pero con el video es más fácil. En la cancha es otra cosa”, admite Carrasco.