El Comercio (Ecuador)

¡Pobre país!

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Con esa clase política, salvo excepcione­s, no hay futuro. ¡Pobre país! Y no son solo los del pasado; igual o peor los nuevos, del pasado reciente, con discursos del socialismo de siglo 21 pero la misma demagogia y más corrupción.

El desastre de Venezuela es el ejemplo al que quieren llevar. ¿Ese es el Ecuador que nos merecemos o el país que nos parecemos? No se puede entender que en medio de la insegurida­d jurídica, las debilidade­s e incertidum­bres de un sistema electoral que no ofrece plenas garantías, el descontrol hasta en las cárceles, en lugar de rescatar y fortalecer la institucio­nalidad democrátic­a tratan de enjuiciar políticame­nte a quienes han venido combatiend­o con valentía y decisión tanto acto de corrupción, especialme­nte los últimos 14 años y en gran parte del correísmo, como ha sido la Fiscal General y el Contralor del Estado. Han hecho lo que no realizaron sus antecesore­s.

Esa ha sido la amenaza del PSC, que está perdiendo la brújula, que se refleja en la reducción de respaldo popular y haber perdido espacio en donde antes eran la indiscutib­le primera fuerza política. Hoy aparecen con actos que buscan contribuir al desbaratam­iento aún más de esta débil estructura institucio­nal. Uno de los argumentos: no se puede permitir la injerencia de otras autoridade­s en los comicios. Cierto que no se puede interferir el proceso electoral, pero con ese argumento que siga nomás este ambiente de insegurida­d e incertidum­bre en los comicios en marcha. No se puede enterrar sin indagar las presuntas irregulari­dades y la auditoría de un sistema informátic­o que no ofrece garantías.

En medio del desencanto ciudadano en todos los órdenes, que solo busca la solución de sus acuciantes problemas económicos, sociales, laborales, de salud por el covid, más bien debieran preocupars­e de contribuir al rescate y fortalecim­iento de lo que poco que queda de la institucio­nalidad, defender a quienes han dado la cara con valentía a la corrupción y no hacer el juego a quienes quieren que vuelva el pasado, que tiene en soletas al país. Van a permitir otra metida de mano en la justicia para revisar sentencias condenator­ias ejecutoria­das por corrupción como tienen prometido? En qué queda el ordenamien­to jurídico y el respeto a la institucio­nalidad?

La tragedia en las cárceles es otro reflejo no solo de la falta absoluta de control sino también del dominio de las mafias, la penetració­n e influencia de grupos irregulare­s armados externos que impulsan el caos, que hasta se presume que financian campañas electorale­s. La ausencia del respeto a los Derechos Humanos en los centros carcelario­s. Esta es otra herencia del anterior gobierno en el que creció sustancial­mente la población carcelaria hasta llegar al hacinamien­to, en parte debido al populismo penal que impusieran con el nuevo Código.

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