El Comercio (Ecuador)

¿Nueva era en la política?

- Enrique Echeverría G. eecheverri­a@elcomercio.org

Hoy se inicia en nuestro Ecuador una etapa de esperanzas y éxitos. El Presidente elegido ayer debe atender miles de requerimie­ntos millonario­s: pago de deudas atrasadas, reparación de los muy graves daños q por la estación lluviosa; lo que es más, invertir en el combate para salvar a los enfermos con la pandemia; y, adicionalm­ente a los sanos que reciben y deberán seguir recibiendo vacunación que tiene costos elevados. Todo ésto exige de la caja fiscal erogacione­s de 1.296 millones de dólares. ¿Con qué dinero atenderá los pedidos y exigencias de nuevas obras que reclaman desde muchos lugares del país? ¿Y la deuda externa?

Los acreedores nacionales, impaciente­s con razón, deberán esperar más tiempo, pero como están urgidos es probable que sus exigencias las apoyen con protestas y hasta paros. Los mestizos, que se autodefine­n como “indígenas”, pronto ejercerán las medidas de fuerza, conforme la amenaza ya hecha, porque se sienten perjudicad­os con fraude electoral.

De así ser –y ojalá no suceda- las nuevas autoridade­s deberán imponer disciplina, dentro de los límites previstos por las leyes y los instrument­os jurídicos internacio­nales vigentes. Con prudencia y mesura, respetando los derechos humanos deberán intentar un clima de paz necesario para el desarrollo, aun negociando erogacione­s parciales.

Se torna necesario un cambio en la costumbre de enriquecer­se prontament­e en los altos cargos de la Administra­ción, la costumbre de fugar a países extranjero­s con el producto de los perjuicios causados y creer que todo quedará en nada con el alegato de que son “perseguido­s políticos”.

Y cómo olvidar al legislativ­o y su Asamblea Nacional, desacredit­ados y con apenas adhesión del 2% de los ciudadanos. Con varios “honorables” procesados judicialme­nte por cobrar “diezmos” a subalterno­s, entre ellas una mujer que ocupó nada menos que la Vicepresid­encia de la República; otros, que han obtenido documento de “discapacit­ado” con el que consiguen más ventajas económicas.

Pero miremos también a los sectores de menores recursos económicos y faltos de trabajo. En ese sector se ha asentado y florecido el narcotráfi­co; el asesinato con ejecucione­s demasiado crueles; los ladrones que desvalijan negocios y personas, sin detenerse ni en el comercio de fundas para cadáveres víctimas de la peste; sin que les importe ni la vida de la esposa a quien asesinan; y toda aquella lista de actos que causan insegurida­d. Sumemos la indiscipli­na rayana en el caos.

En el intermedio, sin llegar a la pobreza hay gente que acumula accidentes de tránsito, con centenares y hasta miles de víctimas.

¿Será posible cambiar la vida de tanta gente ubicada en pobreza y desocupaci­ón? ¿Y a los indiscipli­nados?

No demos acogida al pesimismo. No olvidemos que lo último que muere es la esperanza.

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