Tras 50 años de Kissinger en China
El 9 de julio de 1971, el entonces asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos Henry Kissinger llegó a Beijing con una misión secreta, que ayudó a sentar las bases para la visita a China del entonces presidente estadounidense Richard Nixon y la eventual normalización de relaciones entre los dos países, distanciados desde hacía mucho tiempo.
Cuando los líderes chinos y estadounidenses optaron por romper las barreras y reabrir la puerta a los intercambios en el apogeo de la Guerra Fría, miraron más allá de su inmediatez y pensaron con una visión global.
En su libro “China”, Kissinger, quien luego se desempeñó como secretario de Estado del país norteamericano, dijo que cuando China y Estados Unidos comenzaron a restablecer las relaciones, la contribución más significativa de los líderes de esa época fue su voluntad de ver más allá de los problemas inmediatos del día a día.
En la era de la Guerra Fría hubo consideraciones geopolíticas y estratégicas en el acercamiento de los lazos entre China y Estados Unidos, pero el desarrollo de las relaciones entre las dos partes también mostró que los dos países, con ideologías, culturas y sistemas políticos bastante diferentes, son capaces de convivir en paz y participar en una cooperación de beneficio mutuo, siempre que tengan la voluntad de actuar sobre los intereses compartidos de ambos países y sus pueblos.
Sin embargo, es preocupante ver que en los últimos años el pensamiento de Guerra Fría de suma cero ha comenzado a prevalecer en Washington y un grupo de políticos estadounidenses está contaminando las relaciones China-ee. UU.
La paranoia de Washington de pintar a China como una grave amenaza ya ha obstruido seriamente la cooperación de beneficio mutuo entre los dos países y ha dañado lo que muchos consideran la relación bilateral más importante del mundo.
Mientras tanto, las tensiones crecientes entre China y EE. UU. también son perjudiciales para la cooperación mundial tan necesaria para enfrentar una serie de desafíos mundiales.
A finales de abril, Kissinger advirtió en un foro que las tensiones con China son “el mayor problema para Estados Unidos, el mayor problema para el mundo”, ya que existe la posibilidad de que se desarrolle “una especie de Guerra Fría” entre los dos pesos pesados.
Los líderes políticos en Washington deberían reconocer la tendencia de los tiempos, reunir el extraordinario coraje de sus predecesores y llevar adelante su sabiduría política y su previsión para trabajar con sus homólogos chinos y navegar las relaciones de los dos países a través de las actuales aguas turbulentas.