El Comercio (Ecuador)

Estafador y estafado

- ENRIQUE ECHEVERRÍA G. eecheverri­a@elcomercio.org

En el delito de estafa actúan dos personas, básicament­e: el estafador, con su gran labia para engañar; y una víctima ingenua, pero impulsada por la ambición de que su dinero se multipliqu­e rápidament­e.

En nuestro país este delito no es nuevo: se lo conoce como la pirámide.

Hace 46 años aproximada­mente, apareció un negocio que parecía muy prosperó: Productos Blanch. Con los aportes de los primeros depositant­es pagabanele­vados “intereses” aquienes venían atrás; y con el de éstos, a los siguientes. Cuando no acudieron nuevos depositant­es, el negocio quebró. Unpariente cercano del autor de esta nota perdió en esa pirámide 25 mil sucres que, en ese entonces, era valor importante.

Avanzado el tiempo repitióse el mismo suceso con un Notario de El Oro, llamado José Cabrera. Debido a que su muerte fue repentina cuando estaba de vacaciones en Quito, quedó bastante dinero que se entregó a buena parte de los perjudicad­os.

Sin que tenga la configurac­ión total de un delito de estafa, el mayor perjuicio económico acaeció un poco antes de la dolar iza ciónd el año 2000. Antes de esa fecha el Congreso (cuando no) al expedir una ley financiera nueva, incluyó la figura del “préstamo vinculado”; el banquero podía disponer de los depósitos libremente y así sucedió, a favor de compañías vinculadas al banco principal, pero eran solamente de papel: no existían realmente, pero tenían conexión directa con el banco principal. Los deudores no pagaron los préstamos y se produjo una catástrofe: varios bancos quebraron.

Los depósitos en sucres, estaban guardados en el banco principal, pero por orden de autoridad no pudieron entregarlo­s a sus dueños. Terminado un periodo que se llamó de “congelació­n”, se autorizó devolverlo­s, pero ya se creó el dólar como moneda única de curso legal. El sucre se había devaluado tanto que, al devolverlo lo hacían a 25 mil por cada dólar; y en papeles con el nombre de certificad­os de depósitos. Si se quería convertir esos C.D.R a moneda en billetes hubo que conceder al comprador 30% de descuento.

Manifesté que este hecho no encuadra en el clásico delito deestafa, pero excepciona­lmente se dieron casos en que depositant­es en sucres cayeron en la oferta de que en el Banco del Progreso pagaban más del 50% de interés anual y lo hacía con anuncios de página completa de periódico. Doy razón de estos hechos porque otra cercana pariente (qué parentela), había recogido todos los sucres y depositado en aquel banco.

En el presente año ocurre otro episodio de estafa pura: unanueva pirámide, enla ciudad de Quevedo. No hace falta descripció­n porque todos los días estamos informados por los medios de comunicaci­ón, con detalles, de semejante barbaridad en que incurriero­n miles de personas atraídas por el anuncio de cobrar interés semanal del 90% y un total anual de 31.274%.

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