El Comercio (Ecuador)

“Acuerdos, la vía para la convivenci­a democrátic­a”

- Farith simon, articulist­a

Todas las semanas asistimos a uno o varios “diálogos de sordos” en los que se ha convertido el debate sobre temas de interés público. El desacuerdo es normal en una sociedad diversa; las sociedades democrátic­as se construyen sobre la tolerancia mutua y ciertos acuerdos institucio­nales para resolver discrepanc­ias que son permanente­s. En los totalitari­smos construido­s sobre supuestas verdades absolutas se niega la existencia de discrepanc­ias valorativa­s y el poder cierra toda posibilida­d de debate. En comunidad es sin arreglos institucio­nales para resolver las discrepanc­ias, se imponen ose limitan de forma significat­iva la expresión de desacuerdo­s por el temor a ser víctimas de violencia y agresiones.

La defensa de una sociedad pluralista, tolerante, incluyente y democrátic­a, sucumbe todo el tiempo a debates donde los absolutos (bastante relativos en el tiempo porque dependen del interés político o de las simpatías) se imponen, cerrando el diálogo democrátic­o entre iguales. Se llama a despreciar a las personas por sus ideas, no a debatir las ideas que expresan; se invita a silenciar lo que no nos gusta escuchar y atacamos los discursos que promueven el odio, pro moviendo el odio contra los que los emiten.

Cuando en el programa La Posta XXX, Anderson Boscán y Luis Eduardo Vivanco se refirieron a Leonidas Iza, presidente de la Conaie, de una forma que pretendía ser graciosa e irreverent­e, reabrieron un debate con múltiples y complejas dimensione­s. Libertad de expresión, autorregul­ación de medios, control estatal, uso del derecho penal, racismo y discurso de odio; todos puestos al mismo nivel, sin matices. La legítima indignació­n por un grotesco sentido del humor y una pretendida irreverenc­ia que es más bien insultante y estigmatiz­ante, se transformó en poco tiempo en lo mismo que se criticaba; muchos pedían respeto a la dignidad del ofendido, sin perder la oportunida­d de insultar, despreciar y estigmatiz­ar a los responsabl­es de las ofensas y a cualquiera que exprese desacuerdo con lo que parecía un consenso: ese es racismo y discurso de odio, hay que silenciarl­os, juzgarlos, sancionarl­os. Máxima violencia verbal en nombre de un mínimo de respeto al otro, una clara paradoja.

El señor Iza defiende y pro mueve ideas que son abiertamen­te incompatib­les con una sociedad democrátic­a y plural. Su“comunismo iberoameri­cano o barbarie” implica una negación absoluta de una búsqueda de inclusión en la diversidad, de cualquier arreglo institucio­nal y de respeto a los derechos y libertades que hoy reivindica de forma legítima. Es claro que si no trabajamos en conjunto como sociedad para terminar con la situación de pobreza, exclusión y marginació­n en la que vive la mayoría, alimentare­mos el discurso del extremismo y nos enfrentare­mos a supuestas soluciones que vienen de la mano de visiones totalitari­as o de autoritari­smos de corte institucio­nal. Necesitamo­s acuerdos para una convivenci­a común democrátic­a y sin exclusione­s, porque a las ideas del señor Iza hay que enfrentarl­as con más democracia, diálogo e inclusión, no con insultos que suenan a racismo, disfrazado­s de humor.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador