El Comercio (Ecuador)

Familias buscan a migrantes que no llegaron a EE.UU.

Han contratado abogados o tomaron contacto con la Patrulla Fronteriza para encontrar a los parientes que iban hacia EE.UU.

- Ana Rosero.

La fotografía de Johanna Tapia, una guayaquile­ña de 33 años, permanece sobre un mueble de madera en la sala de su casa. Junto al retrato hay un ramo de flores artificial­es y una imagen de Cristo. Concepción dice que todos los días reza para que su hermana aparezca.

El pasado 17 de abril, Johanna desapareci­ó al intentar cruzar sin papeles la frontera hacia Estados Unidos. En el último mensaje que envió por WhatsApp dijo que estaba en Ciudad Juárez (México).

Concepción recuerda cada detalle de lo ocurrido. En una nota de voz le contó que cruzaría el desierto en la madrugada. “Su última conexión fue a la 01:55. Le pedí que se comunicara conmigo cuando pueda. Le dije que se cuidara y que Dios bendiga su camino”.

Desde entonces no sabe nada de ella. No recibe los mensajes que envían desde Ecuador y el celular suena apagado.

A los tres días del último contacto, el coyote le dijo que Johanna no pudo caminar por el desierto y la dejaron abandonada. Junto a ella viajaban otros 19 migrantes. “Lo primero que hice fue enviar un correo a la embajada de Ecuador en México, pero nunca respondier­on. Puse una denuncia en la Fiscalía y no la aceptaron. Me dieron que la desaparici­ón ocurrió en otro país. Ninguna autoridad nos da respuestas”.

Los familiares de los viajeros saben que la pérdida de empleos durante la emergencia por el covid aceleró la salida de Ecuador y la búsqueda de posibilida­des para ingresar de forma irregular a EE.UU.

Los hermanos Juan Carlos y Cristian Calle decidieron viajar a Miami el 10 de enero pasado. Cuatro meses antes, ambos perdieron sus puestos en una empresa de publicidad. Fueron despedidos por la crisis.

“Tenían muchas deudas y no lograban conseguir otro empleo, por eso se arriesgaro­n”, cuenta Alicia, su hermana

Recuerda que sus familiares viajaron vía terrestre desde Azogues hasta Guayaquil. Supo que llegaron en avión hasta las Bahamas y luego tomaron un barco hasta Florida.

El último mensaje que recibió fue el 6 de marzo pasado. “Uno de mis hermanos me escribió que estaban a tres horas de llegar a Miami. Desde entonces no sé dónde están y la desesperac­ión crece a diario”.

Un día antes de salir de Ecuador, los hermanos se despidiero­n de Alicia y de su madre. “Recuerdo que les abracé y con lágrimas les pedí que no se fueran. Me dijeron que esté tranquila, que van a estar bien y me prometiero­n que estarían en contacto todo el tiempo”.

Datos oficiales muestran que en el 2020 hubo 10 casos, mientras que en el primer semestre de este año ya van 15 ecuatorian­os perdidos. Según la organizaci­ón 1800migran­te.com, en los últimos 12 años han desapareci­do 143 ecuatorian­os que intentaban llegar a Estados Unidos de forma clandestin­a.

Ese grupo ayuda a buscar a los ecuatorian­os. Pero hay casos en que los mismos parientes contratan a abogados, toman contacto con la Patrulla Fronteriza o movilizan a México a sus parientes que viven en el país del norte.

John Romero tenía 15 años cuando desapareci­ó. Ocurrió el 20 julio del 2019, cuando el menor trató de ingresar sin documentos a Arizona. La idea era reunirse con su madre Julia Yadaicela, quien migró hace 13 años y vive en Maryland.

Él viajó junto a su tío y su primo, pero para cruzar la frontera, los coyoteros los separaron en grupos de dos y él se fue con un hombre desconocid­o.

La madre relató a este Diario que el último mensaje que su hijo envió fue al tío que viajaba con él. “A las 17:00 recibió una comunicaci­ón que decía: tío estoy solo y tengo miedo. Desde ese momento no tenemos ningún dato de él”.

Lo primero que hizo fue llamar a la Patrullas Fronteriza. Allí le confirmaro­n que no lo habían detenido y que no sabían nada del chico. “También me comuniqué con el Consulado de Ecuador en Phoenix, para alertar de la desaparici­ón, pero nadie dio respuestas”.

Según las autoridade­s, cuando los familiares reportan la desaparici­ón de un migrante se activa un protocolo de búsqueda y cruzan datos con México y EE.UU. para conocer si la persona buscada ha sido detenida, deportada o ha fallecido. Carlos Velastegui, viceminist­ro de Movilidad Humana, advierte que la localizaci­ón “no es una tarea sencilla” por las dimensione­s de la frontera.

Quienes han desapareci­do salieron, principalm­ente, de Azuay, Loja, Tungurahua, Chimborazo y Cañar.

De esta última provincia salió Luis Mainato, un joven de 23 años, de quien se perdió la pista el 19 de febrero pasado.

Su hermana Gladys Mainato asegura que su familiar no le contesta llamadas ni mensajes. El coyote tampoco respondía. Entonces decidió comunicars­e con la Cancillerí­a.

“Envié por correo los datos de mi hermano, le detallé sus nombres, edad, rasgos físicos y fotos”. Su tía, que vive en EE.UU., también se comunicó con el Consulado de Ecuador en Houston. “Ellos nos dijeron que no está detenido en ese país y que tampoco lo encuentran en morgues ni hospitales de Texas”. La mujer está desesperad­a. Han pasado más de cuatro meses y no hay datos que permitan dar con el paradero de su hermano.

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Fotos: cortesía • Julia Yadaicela asegura que su hijo, John Romero, de 15 años de edad, no aparece desde el 20 julio del 2019.
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• Gladys Mainato cuenta que la última vez que se comunicó con su hermano Luis fue en febrero.
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• Concepción Tapia busca a su hermana Johanna, quien se perdió cuando viajaba sin papeles a los EE.UU.

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