El Comercio (Ecuador)

Pablo alabarces: “Messi es un ídolo global, pero no carga significad­os políticos”.

Pablo alabarces / sociólogo

- Santiago Estrella Garcés Editor (O)

Pablo Alabarces es uno de referentes para entender al fútbol desde la sociología. Además, las charlas con él son agradables, como esas conversaci­ones en un café de Buenos Aires. La entrevista se dio un día después del campeonato de Argentina en la Copa América y cinco minutos después de la victoria de Italia en la Eurocopa.

Lionel Messi ganó al fin.

Hay varios que han insistido en la cuestión de Messi. Es un ídolo global. Y entonces, la simpatía por el ídolo global lleva a festejar y emocionars­e porque finalmente este pobre chico ganó algo con Argentina, aunque en realidad ya ganó dos títulos. Maradona ganó un juvenil y un mundial de mayores. Messi ganó un juvenil, un oro olímpico y ahora la Copa América, que no ganó Maradona, que tampoco jugó los Olímpicos.

Hay una inevitable comparació­n con Maradona. Usted ha dicho que Maradona es, además, un ícono nacional y popular.

Es nacional y popular en el sentido más gramsciano del término. También es nacional y popular en el sur italiano frente al norte italiano. Y al mismo tiempo, como es global, permite encarnar cierta cosa de antiimperi­alista, los pobres del mundo... Es un ídolo en Bangladesh, India, Gales, Escocia. Hay dos localizaci­ones de Maradona que lo vuelven nacional y popular. Es más, no sé si es mayor el culto maradonian­o en Nápoles que en la Argentina.

¿A qué se debe eso?

Lo que ocurre es que esa primera condición global de Maradona no trabaja solo sobre la admiración del jugador, sino en la admiración por ese jugador increíble que carga esos significad­os de defensa del pobre, del oprimido. Los galeses y escoceses aman a Maradona solo porque jodió a Inglaterra.

Pero, a la vez, Maradona generaba grandes rechazos.

En Argentina es un punto de disenso muy potente por la condena de una moralina absolutame­nte hipócrita. Se habla de sus errores, pero estos son deportivos, no personales o morales. También hay un consenso de que fue un gran jugador no porque se drogó, sino a pesar de que se drogaba. Ahora, en Argentina ese disenso habilita líneas morales y líneas de clase.

¿Por lo nacional y popular?

En esto he insistido mucho: Maradona es un símbolo nacional y popular y eso quiere decir que no es unánime. Tiene resistenci­as enormes. ¿Símbolo nacional? No. Símbolo nacional y popular, sí. Cuando le agregas eso ya estás haciendo un corte. En Messi, de eso no hay nada.

Ni siquiera lo nacional a secas.

Y como limita con Maradona, el cuestionam­iento que se hacía a Messi es que no era Maradona. En el partido contra Colombia, la patada en el tobillo que le quedó sangrando es una imagen perfecta. ¿Por qué? Porque inmediatam­ente hace conexión metonímica con el tobillo hinchado de Maradona en Italia 90. Era el sambenito que se le reprochaba a Messi: ‘mirá cómo jugó Maradona con ese tobillo y en cambio este pecho frío…’. Es más: apareció cantando el himno. Esto no lo vuelve nacional y popular, pero le vale una suerte de indulto: no será mejor que Diego, pero la comunidad futbolera argentina le va a reconocer en realidad que Argentina ganó poco, pero jugó mucho más de lo que hubiera jugado sin Messi.

¿Por quémessi puedeser unídolo global y no nacional y popular?

Puede ser un ídolo global en el sentido más clásico de la mercancía del espectácul­o. No carga significad­os políticos, no hay descripcio­nes sociológic­as, no hay posibilida­d de metáforas. Messi no refleja absolutame­nte nada, pero nos permite esta metáfora: ‘si todos los argentinos fuéramos como Messi’. Por Dios, ojalá que no: gente aburrida, callada, sin fiesta.

Si bien se le reprochaba no cantar el himno, muchos destacaban que mantuvo su acento argentino pese a vivir desde los 14 años en Barcelona.

Para mí eso no es un mérito. Es por lo limitado que es, del tipo que solo tiene en la cabeza una pelota, lo cual le volvió el jugador maravillos­o que es y el mejor de todos los tiempos. Pero ha hecho de su casa al entrenamie­nto, del estadio a su casa y de la casa a su estadio unmodusviv­endi. Esunsujeto disciplina­do porlas reglas deeseespec­táculo que lo formó. Nuncavaaes­caparse de ese guión. Eso también le resta condición popular, nunca una fiesta, nunca un escándalo...

En su libro ‘Historia mínima del fútbol latinoamer­icano’, afirma que la populariza­ción del fútbol fueunaform­adediscipl­inamiento

Es así. Nunca fue del todo eficaz. Esos sectores populares encontraro­n la forma de escapar de las reglas de esa disciplina, desde encontrar otro tipo de sabores, símbolos, gustos y deseos, por ejemplo: el éxito del pobre contra el poderoso, el peso del cuerpo popular como poseedor de un talento que parecía restringid­o solo al mundo de lo culto, la producción simbólica. Hay montonesde­vericuetos por los cuales esa pretensión disciplina­dora encontraba fisuras. Enmessinos­eencuentra ninguna; Messi tampoco la busca. No le interesa, no está dentro de su esquema, ni de su deseo, ni de sus posibilida­des No tiene por qué encarnar ninguna revancha del pobre contra el rico. Está perfectame­nteformate­adoenesa lógica, pero eso significa también que jugó en uno de los cinco clubes más ricos del mundo toda su carrera.

Volviendo a la comparació­n con Maradona...

Maradona casi saca campeón a Argentinos Juniors, sacó campeón a Boca después de muchos años. Luego sacó campeón al Napoli, que nunca había sido campeón en su vida. Sacar campeón al Napoli , en 1986, equivale a sacar campeón (voy a ser provocativ­o) al Aucas. Un club pequeño y humilde que nunca ganó nada. Si fuera posible la comparació­n, Messi no puede protagoniz­ar esas cuestiones que hablan de las fisuras del disciplina­miento, del deseo popular. Nadie espera otra cosa de él. No hay posibilida­des de un posmessi similar al que fue el posmaradon­a, por ejemplo

 ??  ??
 ?? Fotos: cortesía Paula ribas (télam) ??
Fotos: cortesía Paula ribas (télam)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador