El Comercio (Ecuador)

Personal de salud denuncia a las mujeres por aborto

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En el 2017, Sara tenía 38 años y dos hijos. Creía que era mayor para volver a quedar embarazada. Por un sangrado fuerte acudió a un hospital público en Quito. Un médico diagnostic­ó que una infección de las vías urinarias le había provocado un aborto espontáneo.

En el siguiente turno, otro doctor interrogó a Sara y le preguntó si había tomado pastillas o intentado abortar. La condición de Sara no era estable y tenía fiebre alta. El médico llamó a la Policía.

La historia consta en el informe ‘¿Por qué me quieren volver a hacer sufrir?’, presentado ayer por Human Rights Watch, en el que se detalla el impacto de la criminaliz­ación del aborto en Ecuador.

La organizaci­ón analizó 148 casos en los cuales mujeres o niñas, profesiona­les de la salud o acompañant­es fueron acusados de obtener o practicar abortos entre 2009 y 2019.

Entre otros resultados, el informe concluye que la criminaliz­ación del aborto afecta más a las mujeres pobres, indígenas y afroecuato­rianas.

Sara todavía sangraba por un procedimie­nto para quitarle restos de tejido del útero y solo llevaba una bata. Así fue trasladada por la Policía a una unidad de detención en medio de la noche, acusada de aborto consentido.

El 73% de los casos que analizó Human Rights Watch se inició después de que un trabajador de la salud violara el secreto profesiona­l y denunciara a la paciente a la Policía en medio de la atención.

Las mujeres y niñas también se enfrentaro­n a sentencias judiciales que reflejaban estereotip­os de género y considerac­iones religiosas.

La autora del informe, Ximena Casas, señala que la objeción de conciencia “no debe ser una espada para atacar a mujeres y niñas. Debe exigirse q todos establecim­ientos de salud cuenten con personal suficiente para brindar servicios de interrupci­ón de embarazo de manera oportuna cuando sea necesario”.

La médica guayaquile­ña Tatiana Ortiz señala que el informe de Human Rights Watch debería ser un insumo para que el Ministerio de Salud sensibilic­e y capacite a su personal para comprender el marco legal en el que se inscribe su trabajo.

“Romper la confidenci­alidad pone en riesgo la salud y vida de las mujeres porque van a dejar de asistir a los servicios por temor a ser judicializ­adas”.

Para la investigad­ora Casas, el paso que ha dado Ecuador al despenaliz­ar el aborto para víctimas de violación es importante. Sin embargo, dice, la Asamblea debería tener conversaci­ones más amplias.

El Legislativ­o tiene seis meses para debatir el proyecto de ley para la interrupci­ón del embarazo para víctimas de violación, que fue presentado el 28 de junio por la Defensoría del Pueblo.

La sentencia de la Corte Constituci­onal a través de la cual se despenaliz­ó el aborto por violación es de inmediato cumplimien­to “haya o no haya ley”, ratificó la abogada de Surkuna, Ana Vera.

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