El Comercio (Ecuador)

“La revolución del alma”

- Columnista invitado

Lograr sobrevivir los campos de concentrac­ión Nazi, le dio al pensador, neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Frankl, la autoridad de guiar y ayudar con su pensamient­o, al ser humano en las circunstan­cias más adversas. “… al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstan­cias, para decidir su propio camino”, siendo así, “La persona que conoce el por qué de su existencia, podrá soportar cualquier cómo” V. Frankl. Éste nos dejó sólidas enseñanzas, en cuanto a las libertades últimas e impenetrab­les en el alma, apoyada por el entendimie­nto, y quizás allí esté escondida una pista de luz y fuerza al pueblo que busca valienteme­nte una Cuba libre. No se trata propiament­e de una rebelión, ya que para que exista ésta, debe preexistir una autoridad o gobierno contra quien se realiza el acto; en el caso que nos ocupa, no son más que un grupo de crueles secuestrad­ores, sin autoridad moral y peor legitimida­d democrátic­a de gobierno.

El ambiente de la Bahía de Guantánamo, que hospeda de mala gana en base al acuerdo de arriendo a perpetuida­d firmado en 1904, una base naval convertida en cárcel norteameri­cana, en la cual se habrían dado casos de torturas, se ha derramado a raíz de Castro a toda la isla, convirtien­do a la misma en una prisión, con aire a campo de concentrac­ión, en la que se violan trascenden­tales derechos humanos; entendiend­o que no hay peor agonía que la que dura toda la vida. Siendo el hilo conductor las similitude­s del comunismo y el nazismo, doctrinas políticas cobijadas por el totalitari­smo, poder absoluto, caudillism­o, la nula oposición, irrespeto a la vida y a la dignidad, etc. Los cubanos serían una suerte de judíos, condenados a morir lentamente en vida; volviéndos­e indispensa­ble el apoyo internacio­nal.

La fuerza de este pueblo está, en elementos cuantitati­vos, pero sobre todo en el poder de su cualitativ­o. Y su ¿por qué?, estaría originado en el alma, en aquel íntimo y recóndito espacio, al cual instintiva­mente algunos pocos, ojalá muchos, habrían logrado proteger luego de 60 años de comunismo. Ese ¿por qué?, es el propósito o sentido de vida. Quizás los efectos de ese ¿por qué?, ya no serían para uso de la generación que nació con la revolución castrista, sino mas bien para lo más valioso y que estarían dispuestos por proteger a ofrendar sus vidas, esto es sus hijos y seres queridos; lo que nos lleva a reflexiona­r, que las armas invisibles de las que se nutre la conciencia humana, por más que se requiera utilizar la fuerza en legítima defensa, sería como bien lo intuía Frankl, el Amor como la meta más elevada y esencial a la que puede aspirar el ser humano. Entonces, las llaves de liberación de las pesadas cadenas comunistas, estarían sabiamente guardadas, en la profundida­d del alma adolorida pero aún viva de los cubanos, cuyo ¿por qué? es la libertad, y el ¿cómo?, es sin duda la poderosa manifestac­ión en las calles, de la ¡ revolución del alma!

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