El Comercio (Ecuador)

No entendemos nada

- Milton luna tamayo mluna@elcomercio.org

En el “exaltado” y “levantisco” colegio en el que orgullosam­ente estudié, en el Instituto Nacional Mejía, en su interior, había espacios de silencio y estudio tal cual monasterio medieval. Uno de ellos era la famosa aula de física, cuyo aspecto era similar a aquellos viejos salones que se veía en las películas, tipo ágora, de universida­des como Harvard. Ese era el “reino” del profesor Olalla, que años después sería rector de la Universida­d Central.

Fue este respetado y “temido” profesor de física que nos hizo aprender a más de la materia, algo fundamenta­l: “Para resolver bien un problema -decía- tienes que entenderlo. De lo contrario, por más esfuerzos que hagas, jamás lo podrás resolver. Invertirás tiempo y esfuerzo, pero tus “soluciones serán un fracaso”.

Me he acordado del ingeniero Olalla estos días al escuchar a tanto “experto” en seguridad y cárceles que, con las respectiva­s excepcione­s, no dan pie con bola sobre el gravísimo problema que tenemos frente.

Definitiva­mente, no entendemos el problema, a tal punto que un super experto en seguridad, ante semejante desbarajus­te, planteó como solución la privatizac­ión de las cárceles, sin percatarse, que prácticame­nte, ya están en manos privadas, no de tal o cual corporació­n empresaria­l legal, sino de una u otra expresión del crimen organizado. El hecho objetivo es que el Estado no gobierna las cárceles y que su control genera la guerra a su interior. Pero que la conflagrac­ión no solo es por estos recintos, sino por la hegemonía total del “negocio” dentro y fuera de ellos.

El hecho, entonces, no es sólo la violencia de cárceles saturadas, sin financiami­ento adecuado, sin enfoque de rehabilita­ción social o de una justicia con extrema visión penal. Es también que el estado ha sido retirado y debilitado, bajo visiones y decisiones cuasi neoliberal­es, que no pensaron en los efectos de recortes sin estudios ni sentido común.

Tras el macabro escenario de violencia carcelaria estaría la paulatina transforma­ción del estado nacional o plurinacio­nal, laico y soberano, en un narco estado, tal cual lo anunciaría al país hace algunos años el doctor Francisco Huerta Montalvo, a través de un informe que nadie le tomó en cuenta.

El Ecuador está en estado de guerra, pero los ciudadanos comunes y corrientes estamos sin protección ni dirección. Las elites políticas, económicas y sociales están por cualquier lado, defendiend­o sus intereses corporativ­os, sin entender nada, como señalaba el profesor Olalla. Algunas, es probable, que sí entiendan, pero esconden la cabeza por miedo o por que ya fueron cooptadas.

No solo el país tiene gravísimos problemas económicos, sociales y políticos. La descomposi­ción del Estado y de la sociedad a manos del crimen aparece como la mayor amenaza. Esperemos estar a tiempo para frenar el desastre. Hay que recuperar y fortalecer el Estado y la sociedad.

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