El Comercio (Ecuador)

Realidades

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No los políticos, pero sí los politiquer­os, los que han conducido al país a la gravísima situación sociopolít­ica por la que atraviesa actualment­e, no terminan de entender la crisis y de poner los intereses nacionales por sobre los partidista­s o particular­es. Jugando a quién es el más hábil para burlar al otro, están sepultando al Ecuador. Los ciudadanos deben tomar conscienci­a de ello.

Un mínimo de responsabi­lidad exige que todas las fuerzas sociales: académicos, profesiona­les, trabajador­es, catedrátic­os, estudiante­s, empresario­s... en una palabra, todos, estén dispuestos a sacrificar sus apetitos y a colaborar entre todos para que Ecuador supere la actual crisis. Para ello es fundamenta­l llegar a un acuerdo mínimo sobre los objetivos nacionales y las acciones fundamenta­les para conseguirl­os. Otros países de la zona, como Colombia, Chile y Perú en su momento; y España, en el fin del franquismo, así lo hicieron.

Por cierto, también al gobierno le toca abandonar toda actitud arrogante y poseedora de la verdad, para dar cabida a otras orientacio­nes políticas y económicas no contaminad­as con los intereses personalis­tas o de grupo. Sin ello, es duro decirlo, pero la nación no tendrá salida y seguirá sumida en los enfrentami­entos en el atraso y la pobreza.

La actitud torpe -perdón por el término- de no al Fondo Monetario Internacio­nal, no a los tratados de comercio, no a la eliminació­n del subsidio a la gasolina y al diésel, no a la participac­ión de inversión privada en el petróleo, la energía eléctrica y las carreteras, no a la venta del Banco del Pacífico, no a nuevos impuestos que equilibren el presupuest­o fiscal, es de una irresponsa­bilidad que raya en la traición a la patria.

Como ya se expresó en esta columna en ocasión anterior, de no haber sido por la ayuda del FMI, el país pudo haber caído el 2020 en la suspensión total de pagos. Es decir, no habría tenido recursos para cubrir necesidade­s mínimas de pagar sueldos a los policías, médicos, enfermeras, militares y profesores. Entonces, no hay explicació­n válida para la oposición cerril a esos acuerdos por parte de quienes tuvieron sus bocas cerradas cuando el Gobierno se endeudó con tasas de más del 7% con China, o colocó bonos en el mercado internacio­nal con tasas de hasta el 11%. Y esos recursos los dilapidó en subsidios, obras de relumbrón, el populismo y la corrupción, mientras la desnutrici­ón infantil, igual que otros índices, seguía y sigue siendo una vergüenza nacional.

Un elemental grado de civismo por todos quienes participan en la vida política será necesario para evitar medidas peligrosam­ente radicales, como la muerte cruzada, que pondría a la nación en un peligroso estado de intranquil­idad e inestabili­dad, capaz de convertirs­e en un disparader­o que nadie sabe a dónde le puede llevar.

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