Entre prudencia y audacia
El debate sobre los impuestos ni siquiera ha empezado en el país, gracias a los obedientes miembros del CAL que pusieron por delante los intereses de sus partidos. Ellos no quieren que el gobernante elegido gobierne, aspiran a gobernar ellos desde la Asamblea. Los tres partidos, UNES, Pachakutik, Izquierda Democrática, no buscan acuerdos, no quieren consulta, piensan en la muerte cruzada. Apenas se habló de muerte cruzada, llegaron corriendo los desaparecidos perdedores, Yaku Pérez, Andrés Arauz y Xavier Hervas. ¿Nuevas elecciones, dicen? Eso nos interesa.
Esta repentina agitación electoral parece que provoca escalofríos en los directivos del partido gobernante y en el gabinete a la sombra que recién habían empezado a saborear las mieles del poder. Para ellos es un riesgo absurdo, por quemados que estén los potenciales competidores del presidente Lasso. Ponderarán los peligros de una crisis política, de una parálisis económica y otros fantasmas capaces de asustar a los más audaces. La posibilidad de mandar a su casa a los complotados, cambiar la institucionalidad correísta, gobernar por decreto algunos meses y todas las promesas de la victoria, sonarán a cantos de sirena y se taparán los oídos para no caer en la tentación.
No habrá muerte cruzada. Al parecer, el gobierno se allanará y enviará a la Asamblea un proyecto corregido, con la esperanza de que supere la censura previa impuesta por el CAL, pero sin esperanza de que sea aprobado por la Asamblea. Servirá, eso sí, para justificar la Consulta Popular, todo lo demás luce imposible o peligroso.
A todo esto, el debate sobre los impuestos, que ha sido postergado, se dará en el peor escenario posible, la Asamblea Nacional. Todos los opositores hablarán en nombre del pueblo y se escandalizarán con la sola mención de la palabra impuestos. Izquierdistas y populistas creen que se puede consumir sin producir, jubilarse sin aportar, regalar sin ahorrar. Con fanáticos de este pelaje el diálogo es una quimera.
La paciencia del gobierno sirvió para separar a los que quieren dialogar de los que no se interesan enel diálogo. Hizo propuestas a los transportistas, escuchó a los líderes de los trabajadores y le arruinó al presidente de la Conaie la pretensión de convertirse en líder de todos los protestantes. Iza delató su ambigüedadante las organizaciones indígenas que sí están dispuestas a sentarse a las mesas de diálogo.
El líder de la Conaie ha dejado siempre en claro que no cabe el diálogo porque considera la democracia como barbarie: “La ficción del sufragio nos inmoviliza; distorsiona el horizonte de nuestros propósitos finales…” El dilema que se plantea es: “Comunismo indoamericano o barbarie” (Estallido). Las condiciones que estableció Iza para el diálogo estaban diseñadas para un discurso de barricada ante el pueblo que acudía con él. Al aceptar a medias esas condiciones, el gobierno le puso en el disparadero.