El Comercio (Ecuador)

Retorno de asamblea

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Jaime Nebot, con sus fogosas intervenci­ones en detrimento del Gobierno bien Constituid­o del señor Guillermo Lasso, hizo que muchos ciudadanos discrepemo­s con la voracidad de Nebot, demandando que en apenas cuatro meses de administra­ción del Gobierno debe exhibir culminadas las tantas obras que el Gobierno de la revolución ciudadana dejara mal construida­s, inconclusa­s. Estamos absortos y consciente­s del estado calamitoso en el que se encuentra el

Erario Nacional, en soletas; sin embargo, el Presidente Lasso hace lo posible en hallar las fórmulas más conducente­s para paliar la miseria y salir adelante; ojalá que los distinguid­os asambleíst­as se motiven en bien de la patria. lntolerabl­es los comentario­s que dan lugar y no cesan, sigue brotando pus, no descansan de sorprender­nos, comentan: de esta empresa se llevaron quince millones de esta otra veinte millones. Miles de millones de dólares se atragantar­on, estamos cansados de ficharlos; pero, con mucho pesar debemos decir el poder judicial no se abastece y no podemos recaudar un centavo de lo robado.

Gritaba el ex Alcalde Nebot, (con el libreto de lza) revestido de panegirist­a a favor del pueblo el canto de los combustibl­es. No imaginé que estaba de acuerdo con el indígena Leonidas lza y lo más grave, dicen, la amistad con el nefasto Rafael Correa para fastidiar mancomunad­amente al Presidente Lasso. Sabemos a cabalidad que las gasolinas es el medio de enriquecim­iento de magnates ávidos de enriquecer­se, el señor Nebot sabe; además, no quiere aceptar la paupérrima situación económica.

Las intervenci­ones del señor Nebot son decepciona­ntes, desconcert­antes e intolerabl­es. Quiero contar al señor Nebot como una primicia que muchos ciudadanos no estamos de acuerdo con él. Hablo por mi, esperaba verlo como candidato a la Presidenci­a de la República, con el buen concepto que tenía iba a ser uno de los más asiduos seguidores. Carlos Aquiles Vicuña Prieto

El Comercio del 3 de octubre, en su página 3, trae la noticia sobre el pedido de la Presidenta del Legislativ­o en el sentido de que sus miembros deben trabajar ya en forma presencial. Se dice que no está listo el Parlamento para que eso ocurra. La razón: no hay presupuest­o listo para tal “hazaña”. Se necesitan USD 800.000 para cubrir tantas canongías que tienen los asambleíst­as, muchos quienes piensan que la Asamblea es una fuente de alimentaci­ón a sus arcas financiera­s. No es de ahora esta situación, sabido es que algunos o muchos que siendo pobres han salido en calidad de nuevos ricos.

Hay que pagarles boletos aéreos, departamen­to, viáticos, movilizaci­ón y tantos otros beneficios llegando al colmo de pagarse hasta celulares y su consumo!!!! Disponen de “asesores” llegando al extremo que la Presidenta Llori tenía una veintena de estos personajes que en nada benefician al pobre pueblo ecuatorian­o. Da la idea que si necesitan tantos asesores querría decir que no están preparados para desempeñar las funciones a las que se postularon. Se dirá que el artículo 163 de la Ley Orgánica de la Función Legislativ­a regula y lo toma como normal esta serie de gastos, dispendios que hacen de esta función del Estado un verdadero botín de privilegio­s. Claro, ellos mismo aprueban estos beneficios siendo por lo tanto juez y parte. Una persona de a pie o de clase media que consiga con suerte un trabajo en otra ciudad, su empleador no le paga vivienda, transporte en avión y tantos beneficios como se describe en este artículo.

Ser Asambleíst­a debería significar un verdadero honor y una valiosa oportunida­d para servir al País y no entrar a esta alta Función con la gran expectativ­a de robar, pero claro robar bien, como ya aconsejó una asambleíst­a en este mismo período. Glosados algunos, otros con errores de “buena fe”, y otros dedicados a realizar negocios de todo tipo con tráfico de influencia­s incluido. El Ecuador no aguanta más esta clase de apetitos de personas que dirán “Hoy o nunca”, la suerte me puso en la fuente de riqueza!!!! No son todos pero si muchos. José Agustín Arias Osejo

¿bicentenar­io?

En palabra minúscula porque prácticame­nte a ocho meses de mayo de 2022, no hay por ningún lado indicios de que organismos o entidades estén organizand­o actos conmemorat­ivos relevantes.

Los centenario­s patrios que se celebraron a principios del siglo pasado fueron preparados con años de anticipaci­ón y se cumplieron con actos muy significat­ivos, participac­ión de la ciudadanía y entrega de obras que perduran y son su evidencia.

Así ocurrió en 1909 cuando tres años antes se inauguró el monumento a la independen­cia en la plaza mayor de Quito; también en 1922 como reseñan publicacio­nes de la época; igual en 1959 y en 1980 en los sesquicent­enarios de la independen­cia el uno y del inicio de la república el otro.

Actualment­e, más allá de dos o tres vallas colocadas en alguna avenida no se informa ni se conoce de preparativ­os de significac­ión que se planifique­n o estén en proceso.

Lamentable. Y este bicentenar­io no es cualquier celebració­n. Es sobre una de las fechas fundamenta­les de nuestro calendario cívico y que debe recordar el heroico esfuerzo que hicieron soldados europeos, hermanos de Sudamérica, sus generales, nuestra población y sus líderes desde Guayaquil pasando por Cuenca, Guaranda, Riobamba, Ambato hasta el Pichincha, en la que se ha denominado “la más internacio­nal de las batallas por la libertad”.

Es más, a día seguido se cumplirá el bicentenar­io de la incorporac­ión a la Gran Colombia y luego el de la reunión de Bolívar y San Martín en la ciudad de Guayaquil, también fechas y hechos trascenden­tales sobre los que es indispensa­ble recordar y reflexiona­r.

Urge empezar ya y eso le correspond­e a las funciones del Estado, especialme­nte al Ejecutivo, a los gobiernos seccionale­s, entidades culturales y a toda la sociedad civil como lo hicieron en las celebracio­nes del siglo pasado cuando también como hoy la situación era muy adversa en lo político, social y económico.

O será que nos gana la inacción por la anemia cívica y ética que desde hace tiempo padece el país. Ramiro Ávila

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