¿Y después de los enfrentamientos qué pasará con el país?
La clase política deberá reflexionar, cuando pase la crisis, si contribuye a una reconstrucción social o ayuda más a la polarización.
Existe solo una certeza en el momento de escribir este editorial, pase lo que pase entre el Gobierno y la Conaie; entre el Gobierno y la Asamblea habrá un perdedor: la ciudadanía de a pie en las zonas urbanas y rurales del país. Las confrontaciones han hecho mucho daño y han fisurado aún más a Ecuador; hemos aprendido poco de los últimos 15 años o de las lecciones que varias generaciones aprendieron desde el retorno a la democracia.
La preocupación principal para muchos es la económica. Ya había una percepción de que la guerra en Ucrania iba a traer consecuencias al país, que todavía no encontraba el camino para sobreponerse de los dos años de crisis que dejó la pandemia. Los gremios productivos de Quito calificaron ayer como “alarmante” la situación que vive su sector en la capital y el resto del país.
En términos más terrenales, solo se debe ver cómo muchos locales comerciales del Centro de la capital están cerrados y se entiende que sus propietarios dejan de percibir dinero y sus colaboradores no han podido trabajar. Situaciones parecidas, e incluso peores, se han visto en los extremos de la ciudad y otras localidades del país. Cada sector productivo está cuantificando las pérdidas y, seguramente, habrá consecuencias.
Sin embargo, la pregunta ¿qué pasará en el país luego de los enfrentamientos?... va más allá de lo material. Una primera respuesta , quizás obvia, es que Ecuador ahonda sus diferencias sin que nadie logre leer claramente cómo estructurar un plan que sea de beneficio común. Ahora mismo se podría entender que existen dos antagonistas, e incluso un tercer grupo político interesado en captar el poder a como dé lugar, pero no se vislumbra en el corto plazo una propuesta consistente de unificación de la sociedad bajo un paraguas de bien común.
Tras esta crisis, la clase política deberá reflexionar si contribuye a una reconstrucción del país o -como hasta ahora- la ahonda y la sigue polarizando. Las nuevas generaciones de ecuatorianos merecen que se piensen en ellas, en el bienestar general y la institucionalidad y no en los cálculos políticos.
“La convulsión vivida es más que el ejercicio del derecho a la protesta. Se ha repetido octubre de 2019, tal como amenazó el señor Iza”.