Evasión de impuestos
Evitar los impuestos sobre la renta es una forma de vida para los ricos, una realidad para la clase media y solo un sueño para los pobres que no tienen ingresos que gravar. Sin embargo, las multinacionales más ricas, que reciben la mayor parte de los ingresos globales, pagan poco o nada en impuestos. Es una simple evasión fiscal y 130 países están tratando de detenerla. Desde la década de 1980, las empresas globales buscan los países con tasas impositivas corporativas más bajas para declarar la mayor parte de sus ganancias en ellos, aunque produzcan o vendan poco o nada ahí. En 2018, Facebook declaró $ 15 mil millones en ganancias en Irlanda, el equivalente a aproximadamente $ 10 millones por cada uno de sus empleados allí. Algunos países como Irlanda y Bermudas se han convertido en paraísos fiscales al reducir sus tasas a casi cero, provocando que los otros hagan lo mismo para no perder empresas. En los EE.UU., mientras los impuestos sobre las personas han aumentado al 30%, la tasa corporativa ha caído al 14%. Corporaciones como Apple, Google y Facebook están haciendo fortunas históricas aunque los gobiernos donde viven sus trabajadores o clientes no reciben casi nada obligándolos a subir los impuestos a sus ciudadanos. Muchos de los países que pierden estos ingresos se encuentran entre las economías más grandes del mundo. La semana pasada 130 países acordaron en principio gravar las ganancias de las empresas a una tasa mínima del 15 por ciento, sin importar dónde las obtengan. Hace tres días los ministros de Finanzas de los 20 países más ricos acordaron en Venecia los mayores cambios en el sistema tributario internacional en décadas, adoptando ese impuesto mínimo global de al menos el 15 por ciento que requeriría que las multinacionales, incluidos gigantes tecnológicos como Amazon y Facebook, paguen impuestos en los países donde se venden sus bienes o servicios, aunque no tengan presencia física, dinero útil para educación, salud pública e infraestructura. Esto todavía está lejos de ser un trato cerrado, debe ultimarse antes de que el Grupo de los 20 vuelva a reunirse en octubre para el voto final. Países con impuestos bajos como Irlanda, Hungría y Estonia que son parte de la UE están en contra, lo que hace que el voto unánime requerido de la UE sea problemático. Por supuesto, las corporaciones poderosas no están a favor y en los EE.UU. los legisladores republicanos han dicho que el plan perjudicaría a las empresas nacionales. Sin embargo es una señal de que la inevitable reformulación de la ecuación de la globalización está en marcha. Los países pequeños y desfavorecidos, como Ecuador, deben unirse para asegurar que sus intereses sean considerados en las próximas reformas.