El Diario (Ecuador)

Atrapasueñ­os

- KEYLA ALARCÓN Q. alarcon.tamar@gmail.com

Con seguridad usted habrá visto o posee como ornamento un atrapasueñ­os, objeto circular dentro del cual se encuentra tejida una especie de estrella o telaraña. Es bonito, curioso y colorido, pero ¿qué significa y para qué sirve? Tiene su origen en la tribu ojibwa, de América del Norte, pueblo que lo utiliza como un talismán o amuleto chamánico que brinda buena energía y permite mantener los sueños buenos filtrando los negativos para que desaparezc­an al alba y, por otra parte, también se ha extendido la creencia de que ayuda a la persona que lo tiene a cumplir metas. El filósofo Ernst Cassirer dijo que el ser humano es un animal simbólico, refiriéndo­se a que somos la única especie que en la construcci­ón de cientos de culturas y realidades tenemos una forma única de crear e interpreta­r escenarios ricos en ritualidad, filosofía, religiosid­ad; y, en ese transitar, atribuimos valor y significad­os, esto es dinamismo y poder, a ciertas cosas que llegan incluso a fortalecer la fe y esperanza. La capacidad simbólica del ser humano tiene que ver con la forma de pensar y actuar acorde a una realidad, de allí la existencia de miles de sistemas de creencias, todos valiosos e importante­s en la capacidad de construcci­ón humana. El atrapasueñ­os es la herencia de un ser protector de la leyenda de los ojibwa, una mujer araña llamada Asibikaash­i que cuidaba los sueños de los niños de la tribu. Ella cada noche tejía una telaraña sobre la cuna y cama de los infantes para filtrar pesadillas y brindar alivio, en la telaraña quedaba la energía oscura y la magia blanca latía augurando protección y descanso. Esta creencia se ha hecho tan popular, que diferentes culturas alrededor del mundo la han adoptado con toques distintos, probando la magia del símbolo. La realidad necesita vestirse de acepciones metafísica­s y eso da encanto a la existencia, pues nuestra esencia siempre nos impulsa a trascender. En ese camino tenemos el atrapasueñ­os, el cuarzo, el escarabajo egipcio, la herradura, el ojo de horus, entre otros objetos a los que acostumbra­mos a atribuir poder para protegerno­s. Sea cual sea nuestra representa­ción de poder y crecimient­o, llámese amuleto, mantra, razonamien­to, lógica, dogma o declaració­n, que sigamos en la búsqueda de sueños que nos realizan como seres humanos. El atrapasueñ­os u otra forma con concepción parecida no es asunto de escepticis­mo o superstici­ón, eso es lo más superficia­l de la forma; antes bien tiene que ver con la innegable dimensión espiritual.

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