NELLY PERDIÓ SUS PIES Y MANOS HACE TRES AÑOS
MANTA. OCURRIÓ DEBIDO A UNA ENFERMEDAD QUE AFECTA A UNA DE CADA MIL PERSONAS; AHORA TRATA DE ADAPTARSE.
Nelly Ávila dice que a veces solo espera que llegue la noche para dormir y soñar que tiene pies y manos, que está completa.
Es uno de sus mejores momentos. Sueña que corre por la playa y sus huellas quedan marcadas en la arena, y ella las mira y sonríe. Sueña que cocina, que camina por el patio de su casa, siente la tierra en sus pies, algo hermoso; pero luego recuerda que no los tiene y que es solo un sueño, uno bonito, y empieza a llorar.
Ya le ha pasado varias veces. Y no sabe si llora de felicidad o de tristeza.
Pero los sueños son eso, solo sueños y duran poco, se terminan, pero a veces es bueno vivir de ellos, cuenta Nelly, de 57 años, sin pies y sin manos.
“Mi vida cambió muy rápido de un momento a otro”, comenta. Ocurrió hace tres años. Ingresó al hospital con una infección urinaria, pero empeoró, la infección se esparció en su cuerpo y tuvieron que dormirla. Ocho horas después, despertó y ya no era la misma. Le habían amputado las dos piernas, la mano derecha y la izquierda.
Nelly es diabética. La bacteria que le causó la infección se le dispersó a las extremidades causándole una septicemia (infección extremadamente grave) y luego gangrena.
Los brazos y las piernas se tornaron negros, los médicos decidieron quitarlos. Era eso o morir.
Nelly recuerda ese día con tristeza. Fue un 24 de junio. Expresa que hubiera preferido morir.
Lo dice sentada en su cama, en medio de la sala que también es su habitación. Una casa pequeña, sin compartimentos, dos espacios para unas seis personas. Sus dos hijos y los nietos que son la alegría, su alegría.
Hubiera preferido que Dios se la llevara, repite, pero piensa también en que hay gente que quiere vivir, aunque sea sin brazos, pero para ella esto ha sido muy difícil, demasiado.
A un brazo o a una pierna se lo extraña como a un ser querido muerto, dicen los expertos. La persona suele pasar por las cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
TERAPIAS. Por eso, además de la rehabilitación física y la terapia ocupacional, necesitan terapia psicológica.
En especial, en la primera etapa de la amputación. “¿Qué es uno sin manos y sin piernas?”, pregunta Nelly. Y su respuesta duele. “Es una carga, alguien que depende de otra persona para todo, totalmente”, expresa.
A sus espaldas, en una pared, hay fotos colgadas de la antigua Nelly. En una sonríe frente a un hombre, un amigo. Allí era joven, trabajaba; no recuerda si en costura, cocinando o en una fábrica. Tiene el cabello más corto, negro, mejor
57 AÑOS
ES LA EDAD DE NELLY ÁVILA, QUIEN PERDIÓ SUS EXTREMIDADES DEBIDO A UNA ENFERMEDAD.
2 PRÓTESIS
RECIBIÓ NELLY DE LA FUNDACIÓN ROSTRO DE JESÚS. ELLA AÚN NO PUEDE CAMINAR CON LOS APARATOS.
semblante. Es la Nelly que ella extraña.
“No sé por qué me pasó esto a mí, los doctores dicen que son casos raros, uno en miles de personas, pero ya me tocó a mí, solo Dios sabe por qué”, agrega y sonríe, en medio de todo lo hace.
Cuenta que ha empezado a resignarse. Para eso recibe ayuda psicológica. Gente con manos que le explica qué hacer para vivir sin ellas. Gente con pies que le trata de hacer entender cómo seguir adelante sin ellos. Gente completa, comenta Nelly. A la que trata de entender para avanzar en su vida, aunque la tenga destrozada, incompleta.
Nelly tiene prótesis y cuenta que su objetivo es usarlas. Eso podría ayudar a mejorar su ánimo, a sentirse mejor. A Nelly le han dicho que muchas personas pueden llevar una vida casi normal cuando ya aprenden a usar las prótesis.
Ella quiere eso, lo anhela, cada día. A veces solo quisiera tener sus manos por unos minutos, solo unos, para tocar el rostro de sus nietos, acercarlos y besarlos en la frente, como lo haría cualquier abuela, pero no puede.
Por eso es que prefiere dormir durante horas. Allí si lo ha hecho, en sueños ha tocado el rostro de sus nietos.