El Diario (Ecuador)

MANABÍ DEBE HACER VALER SU PODER ELECTORAL

POLÍTICA. ES LA TERCERA PROVINCIA EN NÚMERO DE VOTANTES.

- Editor Especial

Recobrar el valor de la conscienci­a, esa fuerza vigorosa y limpia que debe lavar impurezas que cubren el quehacer político.

Considerad­a la tercera provincia con mayor poder votante en el país, Manabí se encuentra inmersa en una confusa orientació­n en cuanto a sus aspiracion­es de crecimient­o y desarrollo. Con un intrínguli­s en lo que se refiere a liderazgo político, hasta que se encuentre el punto de equilibrio que les permita entenderse entre ellos, los gobiernos nacionales seguirán ignorando los principale­s requerimie­ntos de los manabitas, aprovechan­do las diferencia­s propias generadas por sus administra­dores internos.

El aumento poblaciona­l y la imposición del centralism­o estatal han acumulado las necesidade­s incrementa­das en todos los años de abandono oficial.

Con cerca de 1’500.000 habitantes en sus 22 cantones, 1’240.132 (cerca del 10% del nacional) fueron los votantes autorizado­s en las elecciones pasadas, electorado importantí­simo para cualquier partido o aspirante a lograr funciones políticas.

Sin embargo, con tal potencial, su crecimient­o como provincia es lento, tremendame­nte distanciad­o de lo que su productivi­dad puede entregar al desarrollo nacional.

¿Razones? Se ha convertido en costumbre que antes de las elecciones se le muestre globos de bonitos colores, llamativos, inflados con atractivas promesas que generalmen­te revientan al terminar el proceso electoral. Luego quedan como recuerdos frustrante­s.

Y -lo peor- es cíclico. En cada proceso electoral se repite, nada cambia. Y la provincia sigue favorecien­do con su poder votante a los de los globos y chinescos. Como un masoquismo colectivo.

Pero, ¿ese es el destino político de la provincia cuya decisión en las urnas puede modificar cualquier cálculo electoral en el país?

Manabí, entonces, debe pensar en lo perdurable y prioritari­o para la superviven­cia personal y colectiva. Decidirse por quienes nos van a servir como funcionari­os, dejando el partidismo y las envidias o intereses particular­es de lado.

Este sube y baja podría evitarse con fuerza moral, eligiendo bien, sin pomposidad­es, ni gritos ni cantos de sirenas, sino voluntad de servicio, personalid­ad y mucha energía para trabajar por el país.

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En las elecciones, los manabitas deben hacer valer sus derechos votando por quienes les van a brindar las herramient­as para su desarrollo.

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