Cada final es un nuevo comienzo
Todo empieza al atreverse. Hacer una pausa y reflexionar sobre todo aquello que nos pasa, lo que trasciende, lo que no controlamos. Hacer un estudio minucioso sobre lo que llega a nuestros días a transformar. El 2022 lo empecé con 26 años en tiempos y condiciones que me han dejado algunas cosas claras, otras cosas por resolver y con todo un camino por delante. Rompí patrones, materialicé ideas, abandoné expectativas de las cosas que “debían ser” y empecé a maravillarme por las que “son”. Ser libre es ser consciente, comprender la magia de la rutina, crear una verdadera conciencia sobre lo que quiero y necesito, muchas veces lanzándome al vacío llena de miedo. Si la libertad siempre está disponible para nosotros, ¿por qué es tan difícil de encontrar? Siento que uno de nuestros deseos más profundos es la libertad, la libertad en todas sus etiquetas. Los desafíos que conlleva, cientos ya lo han vivido, ya sea por necesidad o por obligación y unos cuantos por rebeldía. Nadie conoce la receta para que funcionen a la perfección, solo debemos empezar a atraer todo lo bueno que puede suceder. Cargamos en la maleta miles de dudas. No sabremos cuándo estaremos listos, pero si no tomamos el impulso, no aprendemos a volar. Una cosa que he aprendido sobre mí en el último año es lo mucho que me cierro a lo que quiero, a veces, por no conocer como resultará todo. ¿Y si pudiéramos tener lo que quisiéramos? Confío en que, si no me pruebo a mí misma, nunca me enteraré de lo incómodo de la monotonía ni me enfrentaré contra el mundo fuera de casa. Ya que siempre he creído que el hogar es tan poderoso que, aunque uno se vaya, siempre hay algo que lo llama para regresar. Es momento de celebración y despedidas, de enfrentar y hacerme amiga del miedo, de saludar a los nuevos comienzos, nuevos desafíos. De crear nuevos lazos y agradecer por el privilegio que se siente tener a personas que te sostienen y acompañan. Y solo cuando el viaje haya terminado, terminan las infinitas posibilidades para ser, aprender y crecer. Pero esto no se enseña en las escuelas, y la mayoría de nosotros nos sentimos completamente inseguros de cómo avanzar. Para mí, uno de los componentes más importantes de una vida bien vivida, además de los seres queridos y una profunda apreciación de la vida, es hacer algo que se sienta significativo. Si puedes servir a los demás, mejorar sus vidas de alguna manera, eso se siente significativo. Ser más para servir mejor, como dice la frase de San Ignacio de Loyola.