Mujeres de la ruralidad

Por mi trabajo estuve algunos días en la ruralidad azuaya y escuché historias de mujeres que, pese a las condiciones adversas y falta de oportunidades propias de la lejanía, lograron prosperar. Esta realidad se adapta a todo el país. Dialogué con una lideresa que es oriunda de Samborondón y vive diez y seis años en una parroquia cercana a Cuenca, a donde llegó venciendo una enfermedad grave y gestionó una escuela decente para los niños del sector, a la par de fortalecer emprendimientos agrícolas y textiles que permitan la independencia económica de las mujeres. Con su salud deteriorada, dijo que al principio sintió soledad y angustia por las condiciones, pero lejos de desanimarse, tomó fuerza para contribuir al progreso de la parroquia y hoy es presidenta de una organización que agrupa a más de noventa mujeres. Superó el cáncer y tiene un estilo de vida que inicia a las 05h00 para alimentar a sus cerdos y culmina al anochecer dirigiendo reuniones de gestión política. Se cumple el refrán “nadie es profeta en su tierra”. Luego de visitar a esta dirigente, proseguí por un camino lleno de polvo y subidas propias de las montañas andinas y llegué a un punto en donde el café se toma con neblina y pan con nata, allí conocí a una joven de veintiún años que sueña con ser maestra de belleza, pero no tiene dinero para estudiar. Tati, así es su nombre, dice que ha decidido formar una asociación de aseo y limpieza junto a otras mujeres, en su mayoría madres solteras, para así pagarse los estudios y tener el título que tanto anhela. Hasta tanto aprovecha cualquier “trabajito” que halle, ayuda a sus padres en la huerta y sigue el consejo de “ser honesta, humilde y no hacer daño a nadie”. Con la asociación en camino ya tiene una oferta laboral, desde diciembre será contratada por una empresa que reside en el páramo, sobre los tres mil metros, a donde se trasladará a diario para cumplir su sueño. Cada mujer de la ruralidad tiene una historia valiosa que contar, qué importante la capacidad de resiliencia y empatía frente a la adversidad para proseguir en la búsqueda de los sueños.