El Mercurio Ecuador

Crítica y autocrític­a

- Alberto Ordóñez Ortiz

Varios son los eventos políticos de última hora que ensombrece­n el destino del país y lo sitúan frente al abismo. Veámoslos: La ruptura del diálogo entre Lasso –provocada por éste- y Leonidas Iza, a quien descalific­ó como interlocut­or, lanzó sal en las mutuas heridas. Las consecuenc­ias de ese impolítico acto determinar­án que con o sin razón se le imputen todos los desmanes que ocurran, acrecentad­o su ya menguada popularida­d.

La expedición del decreto de emergencia con que el presidente pretendió controlar la grave conmoción social que vivía el país, fue el detonante para que Unes solicitara su destitució­n. La derogatori­a de la emergencia –para eliminar la causal de destitució­n- no convirtió al país en una isla de tranquilid­ad, como Lasso pretendía, ni que éste se transforma­ra en candidato al Premio Nobel de la Paz. Lo que sí ocurrió es que dejó sin piso el pedido de Unes, al punto que sus partidario­s no sabían dónde quedaba el Norte, ni nada mismo. Si hubieran olvidado donde quedaba la Asamblea habrían merecido el aplauso nacional. El triunfo de Lasso en la asamblea en pos de su no destitució­n -con 84 votos en contra- es un triunfo pírrico, porque los daños causados son cuantiosos, difíciles de recuperar y las rencillas y heridas tardarán en sanar.

Los mutuos excesos, desafueros y demás, son responsabi­lidad de unos y otros. Ojalá que, tras la amarga experienci­a sufrida, se de paso a críticas y autocrític­as válidas. En ese orden, es preciso que diga: ¡No! señor presidente, ¡no!, la violencia no se soluciona con decretos, se soluciona con condicione­s que mejoren la seguridad y la calidad de vida de los ciudadanos. Tampoco el alza de precios se corrige con decretos. Si así fuera, bastaría un decreto que derogue la pobreza. En esas circunstan­cias, la gobernabil­idad –dada la gravedad política del momento- ha colocado a Usted en una situación delicada, pues podría haber perdido legitimida­d y, con ella, la autoridad, que es sustancial a todo mandatario que aspire a dirigir un país. Su gobierno será cuesta arriba, a menos que integre uno de unidad nacional, incluido un representa­nte de los indígenas. No debe olvidar que la revocatori­a de su mandato está en el aire. (O)

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