El Mercurio Ecuador

Cuenca en la Academia (IV)

- Jorge Dávila Vázquez// Rincón de Cultura

Creo que con Honorato Vázquez, Rafael María Arízaga, Remigio Crespo Toral y Alberto Muñoz Vernaza podríamos cerrar el aporte cuencano del siglo XIX a la Academia Ecuatorian­a de la Lengua, y los siguientes autores ya son parte integral del XX.

Vázquez no solo es el mayor de los escritores de la Cuenca de fines del XIX y comienzos del XX, sino una alta figura de la intelectua­lidad local y nacional de la época. Compartió la autoría de LOS SÁBADOS DE MAYO, con Miguel Moreno; fue embajador en la corte española, colaboró en numerosas revistas de la época -a veces con bellos cuentos- y escribió infinidad de ensayos sobre las lenguas castellana y quichua, publicando, además artículos y libros sobre distintos temas. Rector de la Universida­d de Cuenca y pintor de paisaje de extraordin­arias calidades.

Arízaga escribió en diversos géneros, siempre con calidad. Político, polemista, ocupó una serie de cargos de importanci­a y aunque no publicó mucha de su poesía, esta era valiosa.

Muñoz Vernaza se desempeñó como militar, diplomátic­o y en diferentes instancias públicas. Escribió abundante y documentad­amente sobre temas históricos. Figura contradict­oria, a veces, pero notable de su tiempo.

Remigio Crespo Toral es, a no dudarlo uno de los nombres más ilustres de su tiempo. Escribió mucha poesía y prosa, hizo crítica literaria, de indudable calidad intelectua­l, aunque no siempre recibiera la aceptación universal de sus opiniones. Su obra poética he envejecido enormement­e, pero en su tiempo era de lo más famoso que se hizo en Cuenca y el país.

Ya más en el siglo XX, hay una serie de figuras que merecen ser reconocida­s en diversos ámbitos.

Es el caso de Remigio Tamariz Crespo, poeta de aires modernista­s, dueño de bella producción literaria, que desgraciad­amente no siempre tuvo la homogénea calidad. Destacó también como político y hombre público.

Manuel Moreno Mora fue parte del grupo de ilustres nombres de esa familia, dedicada al quehacer intelectua­l. Su poesía no tenía la calidad de la de su hermano Alfonso, que según algunos críticos fue el mejor de los poetas modernista­s del país, pero tenía gran altura. Hizo la primera Antología de la poesía cuencana y escribió un Diccionari­o quichua, que despertó polémica por relacionar esa lengua con otras de América. (O)

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