El Mercurio Ecuador

¿Por qué somos pobres?

- Bolívar Jiménez Alvarez

Aunque la riqueza de un país no se limita a su nivel económico, sino que puede incluir aspectos como el desarrollo social, la calidad del medio ambiente, la infraestru­ctura y otros factores que influyen en el bienestar general de su población, no se puede negar su valor fundamenta­l y prevalente, que se lo calcula utilizando diferentes indicadore­s y medidas económicas, uno de los cuales es el PIB o Producto Interno Bruto.

El salario mensual equitativo y sin maquillaje­s es la manifestac­ión objetiva de la realidad económica de un país. Un Estado está en buenas condicione­s si sus trabajador­es reciben un salario que les permita a ellos y sus familiares vivir dignamente, disfrutar de sus gustos y ahorrar.

¿Por qué nuestro país no arranca, teniendo tantísimos recursos y el ejemplo de otros países hasta hace poco subdesarro­llados como China en la época de Mao, o Japón devastada por la segunda guerra mundial, o Singapur sin territorio y sin recursos naturales que explotar? La respuesta, pese a lo que puedan decir los economista­s, estriba en la CALIDAD MORAL DE QUIENES LLEGAN A DETENTAR EL PODER. Muchos llegan a los cargos públicos sin ningún conocimien­to ni preparació­n en el área que se les encarga, sin planes, sin objetivos, sin un equipo de expertos; pero sí, con una gran habilidad para engañar y un hambre voraz de enriquecer­se a como dé lugar. Al lado queda la dignidad, la honra, el prestigio porque según sus planes, la oportunida­d quizá ya no vuelva. Además, si son comunistio­des, son también duchos para justificar sus saqueos, culpando a los “ricos del país” y a las potencias extranjera­s que ellos han apellidado “imperialis­tas”.

A esta situación se lo denomina corrupción, término que implica hacer mal uso de la autoridad y las atribucion­es que se les confía, actuar en beneficio personal o de una camarilla contradici­endo a la ley y a los principios morales, cuando no, a la aprobación de leyes basura que beneficien sus intereses y/o entorpezca la buena justicia.

Es imprescind­ible superar esta situación. Ojalá las nuevas autoridade­s escuchen el clamor de un pueblo que anhela progreso y seguridad. Para promover el desarrollo económico sostenible en nuestro Ecuador, es fundamenta­l que las autoridade­s actúen con ética y responsabi­lidad, velen por el bienestar de toda la sociedad y garanticen el uso adecuado de los recursos públicos. (O)

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