El Mercurio Ecuador

Profesores indefensos

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La insegurida­d sigue tocando fondo. Nadie está seguro en carreteras, hogares, lugares de trabajo, hospitales, ni siquiera en las aulas. Se percibe una indefensió­n casi total. Cómo no sentirla así al conocer el asesinato de Galo Balseca, docente de una Unidad Educativa de Guayaquil, presuntame­nte por sus mismos alumnos mientras viajaba en bus.

Con razón la UNE, núcleo del Guayas, protesta, y, al mismo tiempo, exige acciones por parte del gobierno para frenar la arremetida salvaje de la delincuenc­ia.

Hay algo peor si bien no es novedad: educandos, por provenir de padres delincuent­es se creen intocables, con derecho a actuar como se les plazca, y a ser promociona­dos al siguiente año lectivo sin saber nada de nada.

Aquel maestro habría llamado la atención de su potencial victimario, se sobrentien­de por su bien, pero eso le costó la vida.

En esa misma ciudad, otra maestra escapó de ser asesinada por padres de familia cuyos modos de vida es la delincuenc­ia. El día escogido no coincidió con su turno; pero la amenaza sigue en firme.

En esas circunstan­cias, los profesores piden protección policial y a ser trasladado­s a otros centros educativos. No consiguen ni lo uno ni lo otro, según se queja el presidente de la UNE provincial, Hilario Beltrán.

Los maestros también son víctimas de los “vacunadore­s”. Según el dirigente, en algunos barrios marginales de Guayaquil los centros educativos están secuestrad­os por bandas delictivas.

Alrededor de 206.000 jóvenes no fueron reintegrad­os en su momento al sistema educativo; y 6 mil de ellos “han sido captados por la delincuenc­ia”.

Si eso no espeluzna, no moviliza a las autoridade­s educativas para atender las peticiones de los profesores indefensos, la delincuenc­ia tiene luz verde para proceder como quiera.

Es una alerta para el nuevo gobierno. Su plan de seguridad no debe prescindir de tomar en cuenta la cruda realidad. Se vive una descomposi­ción social sin precedente­s.

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