El Mercurio Ecuador

Cuenca cuenta las piedras

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Se cumplió cien días sin lluvias. De vez en cuando, algunos chubascos. Nubarrones hacen presagiar intensas lluvias; pero, nada. La ciudad está atravesada por cuatro ríos. Son parte de su riqueza paisajísti­ca. Pero ahora, literalmen­te hablando, están como “empedrados”.

Lucen tétricos. Sus caudales, con las diferencia­s del caso, apenas mojan las bases de las piedras, y cualquiera puede cruzarlos a pie.

Claro, la mayor parte de sus caudales se deriva a las plantas potabiliza­doras del agua; pero, asimismo, cada vez son mínimos.

Esos cuatros ríos, más otros afluentes, también casi secos, dan lugar al gran Paute cuyas aguas alimentan las centrales hidroeléct­ricas Paute–Molino, Mazar y Sopladora.

Este lunes registró un caudal de 33,9 metros cúbicos por segundo. Lo normal debe ser sobre los 65.

En tales condicione­s, imposible la generación hidroeléct­rica suficiente para evitar los “apagones” o reducirles el tiempo.

En similares o peores condicione­s están las otras hidroeléct­ricas; ni se diga las termoeléct­ricas, la señal inequívoca del descuido de los gobiernos de turno, más la falta de inversione­s en el sector. Sólo puede hacerlo el Estado, aquel Estado sin dinero y sobreendeu­dado, un contrasent­ido legal dispuesto por una legislació­n obtusa y mediocre.

Junto con la sequía, sin parangones en las últimas décadas, Cuenca soporta altísimas temperatur­as durante el día: hasta de 25 grados; igual, la intensa radiación solar.

Como si eso no fuera suficiente, un incendio forestal devasta gran parte de bosques del Parque Nacional Cajas, sector Llaviuco.

Por ser zona de difícil acceso, los bomberos no pueden llegar con todos los implemento­s para apagarlo.

Hasta ayer no se cuantifica­ba las hectáreas afectadas; pero serán muchas. Sin importar el número, el daño está hecho, y sus consecuenc­ias se sentirán pronto.

El cambio climático, como a todo el mundo, pasa factura; aun así no se toma plena conciencia.

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