El Mercurio Ecuador

A MEDIADOS DEL

Siglo pasado, las aguas se salieron del caudal y ocasionaro­n un destrozo desde Sayuasí hasta el Tahual.

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El 3 abril de 1950 es una fecha que forma parte de las peores catástrofe­s que ha tenido que soportar Cuenca a lo largo de su historia como ciudad. Ese día, el río Tomebamba creció, y la corriente se llevó vidas, hogares y puentes que conectaban a la capital azuaya con el sur y con el oriente.

Lo que sucedió quedó registrado en los textos que cronistas y reporteros de aquel entonces escribiero­n en las páginas de El Mercurio, y que a continuaci­ón los usamos para contar lo sucedido hace 73 años.

Las lluvias intensas de la tarde del 3 de abril de 1950 ya presagiaba­n que nada bueno estaba por ocurrir. “Abril, aguas mil”, la famosa frase que usan los cuencanos para referirse al cuarto mes del año como el más lluvioso, estaba por tomar forma.

Por aquellos días, la ciudad de Cuenca como tal llegaba hasta a El Vado. Lo que había más allá era considerad­o para las quintas de personajes adinerados o como salidas hacia las parroquias rurales y hacia el sur del Azuay.

Cuando llegó la noche del 3 de abril, la desgracia se asomó. Un aluvión en el río Tomebamba empezó a llevarse lo que estaba a su paso desde la parroquia Sayausí (oeste de Cuenca). Conforme bajaba la creciente comenzó la destrucció­n. El agua se salió de su cauce, y primero inundó los terrenos y casas que estaban cerca de las orillas del Tomebamba. Cuando llegó la corriente a las cercanías de la ciudad, la situación empeoró.

La fuerza del agua fue tal que destruyó el puente de El Vado que había sido construido entre 1811 y 1813. Un cronista de El Mercurio estuvo presente antes de que se viniera abajo la estructura.

De acuerdo con los textos que se escribiero­n en este rotativo en la primera semana de abril, aquel cronista había alertado a las personas (que se reunieron la noche del 3 de abril para observar la inesperada crecida del Tomebamba) a que se alejen del espacio porque ya veía lo que estaba por ocurrir.

No fueron ni tres minutos de la alerta, cuando una parte de puente de El Vado se destruyó por las aguas del Tomebamba.

Dos horas después, a las 21:00, el puente de Todos Santos también terminó en la corriente del río Tomebamba. Lo que no sabían los cuencanos de esa época era que esa infraestru­ctura, en el futuro, se convertirí­a en el “Puente Roto”, un espacio que hoy es turístico y vistoso para las personas que llegan a mirarlo.

Destrucció­n

Lo que habían vivido las personas que residían cerca del Tomebamba o que habían llegado hasta allí para observar la temible crecida, no se iba a comparar con lo que se vería al día siguiente.

Hay que recordar que los primeros hechos ocurrieron en la oscuridad de la noche, por lo que no se sabía con precisión qué estaba pasando realmente.

La mañana del 4 de abril, los cuencanos pudieron ver la destrucció­n que había dejado la crecida del Tomebamba.

En primera instancia, el agua cubrió y destruyó gran parte de la avenida Tres de Noviembre y la avenida 12 de Abril. Al salirse de su cauce, las aguas del Tomebamba, según los registros de El Mercurio, destruyó el barrio San Roque.

Las paredes de las casas de adobe que se emplazaban en la zona se vinieron abajo por la fuerza de la corriente. Las calles se mostraron como pantanos intransita­bles.

Abajo, hacia el este, se vio que el agua había ingresado a la zona del Medio Ejido, y que un poco más de la mitad del puente de Todos Santos se había llevado la creciente. El Vergel también se quedó incomunica­da con la avenida Huayna Cápac porque el puente, asimismo, había sido reducido a escombros.

Una parte de la capilla de El Vergel, que luego sería captada en una fotografía que fue publicada en El Mercurio, se vino abajo por las lluvias. Y Monay, que servía como paso hacia El Valle y Paccha, también se quedó sin un puente.

Cronistas de El Mercurio y fotógrafos del estudio Foto Ortiz recorriero­n las orillas del Tomebamba para escribir y fotografia­r lo que complicó a decenas de familias. (AWM)-(I)

Niños y adultos perdieron la vida con la crecida del río, de acuerdo con los escritos de El Mercurio.

Hasta ahora, a ciencia cierta, no se conoce qué provocó la fuerza del río Tomebamba para destruir lo que estuvo a su paso.

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