La bendición, una súplica de auxilio a Dios
Cuando el sacerdote bendice a los fieles, suplica a Dios que les conceda una gracia o favor. Al bendecir está pidiendo al Señor la gracia de la conversión para quienes confían en el poder misericordioso de Dios. También la bendición expresa la actitud de los hijos que se dirigen al Padre para agradecer, adorar y alabar.
Tan solo Dios, que ha creado el mundo y lo rige, puede colmar de beneficios a sus criaturas. Él ha bendecido a los cristianos en Jesucristo. La bendición es una práctica corriente en la Iglesia. Jesucristo bendijo muchas veces durante su vida terrena a las personas y objetos: ponía sus manos sobre la cabeza de los niños, bendijo los panes antes de multiplicarlos. Este es el origen de la bendición de los alimentos antes de consumirlos. En la última Cena bendijo el pan y el vino, antes de subir al cielo bendijo a sus discípulos. Los apóstoles también bendecían al pueblo. Los sacerdotes bendicen hoy en nombre del Señor.
Nuestra solidaridad
También bendicen los padres a sus hijos, pidiendo a Dios los proteja de toda adversidad.
La reciente Declaración “Fiducia supplicans” sobre el sentido pastoral de las bendiciones del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, emitida el 18 de diciembre de 2023, nos recuerda que “quien pide una bendición se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios
Jesucristo bendijo muchas veces a las personas y objetos: ponía sus manos sobre la cabeza de los niños, bendijo los panes antes de multiplicarlos. Este es el origen de la bendición de los alimentos.
Solo Dios, que ha creado el mundo y lo rige, puede colmar de beneficios a sus criaturas. Él ha bendecido a los cristianos en Jesucristo.
en su historia, y quien pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece. Buscar la bendición en la Iglesia es admitir que la vida eclesial brota de las entrañas de la misericordia de Dios”.
“Cuando se pide una bendición se expresa una súplica de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor. Esta petición
debe ser, en todos los sentidos, valorada, acompañada y recibida con gratitud. Las personas que vienen a pedir una bendición muestran su sincera apertura a la trascendencia, la confianza de su corazón que no se fía solo de sus propias fuerzas, su necesidad de Dios y el deseo de salir de las estrechas medidas de este mundo encerrado en sus límites”.
Sobre la bendición de parejas, el documento citado nos dice que no se debe ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición.
Para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo, cuando la oración de bendición la solicite una pareja en situación irregular, aunque se confiera al margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio.
Tal bendición puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación. De hecho, mediante estas bendiciones, que se imparten no a través de las formas rituales propias de la liturgia, sino como expresión del corazón materno de la Iglesia, no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan los valores del Evangelio, que constantemente nos llama a una vida nueva, libre de las ataduras del pecado.