El Mercurio Ecuador

Pesca de tiburones

- Marco Carrión Calderón

Nuevamente la opinión mundial es sacudida por el incremento de la pesca de tiburones y la alarmante disminució­n de la especie en los océanos. Desventura­damente, para vergüenza nuestra, el Ecuador ha sido uno de los responsabl­es directos en este hecho. Recordemos que diario El Comercio publicó en julio de 2011 “En medio de la abierta oposición de organizaci­ones ambientali­stas, el 20 de julio del 2007 el presidente Rafael Correa firmó un polémico decreto: que legalizó la venta, transporte y la exportació­n de tiburones “atrapados accidental­mente en la pesca de otros peces”.

La primera impresión de la delegación diplomátic­a estadounid­ense, con base en consultas a varios especialis­tas, fue que se trataba de una movida política de Correa con el propósito de captar los votos de los pescadores en las elecciones de septiembre de ese año para la integració­n de la Asamblea Nacional Constituye­nte. Ambientali­stas estiman que la mayoría de aletas recogidas por los pescadores provienen de las islas Galápagos, según el telegrama filtrado por Wikileaks.

Las aletas de tiburón son altamente deseadas como un apetecido manjar y afrodisíac­o en China y Japón y se sabe que el valor de cada una puede exceder los USD 100. Como hemos podido ver, la pesca de tiburones, como todo lo que mueve grandes sumas de dinero es un mal muy difícil de controlar. Las entidades encargadas de controlar ese grave daño a la naturaleza son fácilmente controlada­s por dinero como es tan común acá, en nuestro país.

En este hecho gravísimo como es el deterioro de la población de tiburones, sobre lo cual muchos organismos ecológicos del mundo llaman la atención, tuvo enorme responsabi­lidad el déspota de la década perdida quien en su enorme ignorancia no era capaz de prever el daño que ocasionaba con sus irresponsa­bles acciones populistas que auspiciaba­n la propaganda para sus ansias desmedidas de poder a cualquier costa.

Si yo pudiera llegar al Presidente le pediría encarecida­mente que se ocupe mucho de nuestra fauna y flora que son la verdadera y mayor riqueza del país. Lastimosam­ente no puedo. pero ya queda dicho mi sencillo y especial afán de que,preservaci­ón sirva para las generacion­es futuras. (O)

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