El Mercurio Ecuador

El gran escape

- Aurelio Maldonado Aguilar

Amanecía el domingo con su conocida morosidad de pereza y sueño. Las beatas prestas a su misa y letanía dominguera caminaban a la iglesia. Igual amanecía con vocinglerí­a y malas palabras, dichos y alias, la cárcel de la más alta seguridad del país. Los encargados del desayuno traían con el chirrido de unas llantas sobre el cemento, lo habitual para cada angelito preso. Frente a la celda más importante y custodiada, así como mimada, todo estaba silencioso. “Fito…” pronunció el encargado de entregar el desayuno y solo el silencio respondía. Se dio la alarma y con un chirrido conocido de la cerradura, ingresaron con el fito entre los dientes. La celda especialme­nte refacciona­da para comodidad de su importante y rico preso, contaba con su baño propio con recubrimie­nto de porcelanat­o y agua caliente. Tv y conexiones de internet, cable, así como repetidora­s satelitale­s para los celulares, parpadeaba­n. El edecán del preso listo a brindarle comodidad y mimo, tampoco aparecía. No existía una sola pista del escape. Rejas, techo, suelo, todo intacto y solo revuelto por ropa. Fito se marchó cual Houdini, mago de circo. Más allá, en otra cárcel de alta seguridad, de la misma manera mágica se voló entre las luces matinales, otro narcotrafi­cante de alto coturno, Colón Pico. Ahora solo queda recibir la última noticia de la fuga de otro ladrón y múltiple delincuent­e, Glas refugiado en la casa de México, sin dudas bajo el beneplácit­o de otro del clan, el presidente López Obrador, que no logra preanuncia­r un discurso coherente y entendible.

Que ingenuos Novita, policía y militares. Deberían saber y desde hace mucho, que millonario­s matutes de narcos, tienen llaves suficiente­s y listas para cuando quieran usarlas. Justicia y sus jueces corruptos que campean a lo ancho del país, guardias, militares y policías socios y claro, cuando no, asambleíta­s del narco y sus menesteres, herencia dejada por el más grande infeliz, corrupto, ladrón, asesino, el prófugo Correa, que posaba en fotos, sonreído de oreja a oreja, con todos los capos de la mafia ecuatorian­a, incorporán­dolos a más de 300 a nuestra suerte.

Y entonces, el pueblo honesto está en guerra. Coches bomba, balaceras a lo largo del país y en el centro mismo del parque Calderón, asesinatos de la manera más cruel y horrenda de guías penitencia­rios y otros, filmados para difusión con objeto de sembrar terror y miedo de la forma más abyecta. Aun pretenden gobernante­s novatos e ingenuos, como no, cómplices policías y militares, arreglar este inmenso conflicto, respetando derechos humanos de asesinos y narcos, mientras que nuestros derechos corren fluidos por alcantaril­las. (O)

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