El Mercurio Ecuador

Duras horas

- Eduardo Sánchez Sánchez

Ecuador, hermoso País, rodeado de paisajes, mar, amazónica área, montañas andinas de insuperabl­e belleza, una costa prolífica, el tesoro insular de Galápagos, gente buena repartida como toda su biodiversi­dad, ha sido vestido de un metastásic­o conflicto que ha alcanzado niveles de horror en todos los estamentos gubernamen­tales y en la sociedad civil, que ha cubierto de sangre y dolor a muchos, ha erosionado la paz en nuestros hogares, ha frenado el comercio lícito y los mecanismos que los buenos ecuatorian­os, que son la mayoría, usan para ganar el pan de cada día. Los noticiario­s muestran miseria humana, a punto de que existe gente que ya no mira ni escucha este mecanismo de ganarse un estrés y deteriorar aún más la calidad de vida.

También existen élites que no pagan los impuestos que pertenecen al Estado, mientras miles de ecuatorian­os se lanzan a la aventura migratoria cuando se han llenado de desesperan­za.

A los ecuatorian­os, el Estado les prohibió el uso de armas. A Nuestro País ingresaron individuos de todo estrato conductual y así el delincuent­e se convirtió en un verdadero polvorín, mejor dotado que el ejército y la policía, lo que dio paso al crecimient­o del tráfico de sustancias prohibidas, motor de nuestra tragedia.

Qué dolor mirarle a la Patria sangrante, como fruto de lo actuado por algunos políticos, como resultado de lo no hecho o de lo incorrecto en su accionar. Porque, más importante, es llenarse los bolsillos personales a cambio de la tragedia de la sociedad. Todo esto sale a la luz y considerac­ión pública, por la denuncia del Embajador de USA, Michael Fitzpatric­k.

Que el Gobierno sea implacable bajo égida jurídica con quienes han lacerado al País, que cuenta con gente buena y laboriosa, no sólo con esta guerra, sino con el consumo de lo ilícito que degrada a los seres humanos, con el sicariato y con la presencia del blanqueo de lo oscuro y turbio. (O)

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