Características de la vida eclesial y familiar
Nos enseña el Papa Francisco que los primeros pasos de la Iglesia en el mundo estuvieron marcados por la oración. Los escritos apostólicos y la gran narración de los Hechos de los Apóstoles nos devuelven la imagen de una Iglesia en camino, una Iglesia trabajadora, pero que encuentra en las reuniones de oración la base y el impulso para la acción misionera. La imagen de la comunidad primitiva de Jerusalén es punto de referencia para cualquier otra experiencia cristiana. Escribe Lucas en el Libro de los Hechos: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (2,42). La comunidad persevera en la oración.
Encontramos aquí cuatro características esenciales de la vida eclesial y familiar: la escucha de la enseñanza de los apóstoles, la custodia de la comunión recíproca, la fracción del pan y la oración. Estas nos recuerdan que la existencia de la Iglesia tiene sentido si permanece firmemente unida a Cristo, es decir en la comunidad, en su
Nuestra solidaridad
Palabra, en la Eucaristía y en la oración. Es el modo de unirnos, nosotros, a Cristo. La predicación y la catequesis testimonian las palabras y los gestos del Maestro; la búsqueda constante de la comunión fraterna preserva de egoísmos y particularismos; la fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, en la Eucaristía es Él. Él vive y camina con
Encontramos aquí cuatro características esenciales de la vida eclesial y familiar: la escucha de la enseñanza de los apóstoles, la custodia de la comunión recíproca, la fracción del pan y la oración.
La fracción del pan realiza el sacramento de la presencia de Jesús en medio de nosotros: Él no estará nunca ausente, está en la Eucaristía.
nosotros. Y finalmente la oración, que es el espacio del diálogo con el Padre, mediante Cristo en el Espíritu Santo.
Todo lo que en la Iglesia crece fuera de estas características, no tiene fundamento. Para discernir una situación tenemos que preguntarnos cómo, en esta situación, están estas cuatro coordenadas: la predicación, la búsqueda constante de la comunión fraterna -la caridad-, la fracción del pan -es decir la vida Eucarística- y la oración.
Cualquier situación debe ser valorada a la luz de estas cuatro líneas. Lo que no entra en estas coordenadas está privado de eclesialidad, no es eclesial. Es Dios quien hace la Iglesia, no el clamor de las obras. La Iglesia no es un mercado, la Iglesia no es un grupo de empresarios que van adelante con esta nueva empresa (Cf. Catequesis del P. Francisco, Eucaristía Corazón de la Iglesia, Cong. Euc. Int. 2024).
En la familia, los padres, siendo ministros y cooperadores de Dios, están llamados a ser testimonio no solo de su amor por cada hijo, sino del amor de Dios por todos sus hijos. La fe, por tanto, es un elemento que impregna de modo cotidiano y natural la vida matrimonial, familiar y social.
Así, siguiendo el ejemplo de las primeras comunidades cristianas, descubrimos elementos indispensables para que la vida de fe vaya configurando la vida de los hijos: enseñarles a rezar, rezar juntos, la introducción en la vida de la Iglesia y los sacramentos, la lectura de la Sagrada Escritura y, especialmente, la participación en la Eucaristía dominical.