El Mercurio Ecuador

Julio Idrovo: anécdotas de un medallista mundial

LA CURIOSIDAD le llevó a encontrar el deporte que le dio la oportunida­d de representa­r al país en los Juegos Olímpicos de Atenas, pese a la incredulid­ad de algunos por su contextura.

- Por: Bolívar Sinchi T.

Nadie me regaló nada. Lo que he ganado y lo que he construido ha sido a punta de sudor propio”, dice Julio Idrovo tras recordar la rutina que realizaba con tal de no abandonar el levantamie­nto de pesas. Sus logros los festejó la provincia y el país por algunos años.

Su día empezaba a las 06:00. Luego del entrenamie­nto matutino que iniciaba a las 08:00, ayudaba a su madre en los dos comedores que atendía. A las 15:00 cumplía la doble jornada de entrenamie­nto, antes de ‘volar’ a la Universida­d de Cuenca. Tenía clases en la carrera de Ingeniería Comercial de 18:00 a 22:00, después se quedaba estudiando hasta la 01:00 o 02:30.

A sus 42 años no presenta ninguna secuela por llevar a su cuerpo a límites impensados durante décadas. Guarda un profundo agradecimi­ento a los profesores Jhon Sichel y Alexei Ignatov porque “me cuidaron peor que a hijo”. Gran parte de sus ingresos los invertía en vitaminas, alimentaci­ón y chequeos médicos incluido las visitas al fisioterap­euta.

“Gastaba el 80 % de lo que ganaba en mi recuperaci­ón… La comida era de alta calidad: filete de salmón, frutas y cosas así, eso me ayudó bastante. En los cuatro años que estuve con Alexei gastaba entre 300 a 500 dólares en diferentes clases de mieles: polen de miel de abeja, pan de abeja, jalea real, extractos…, el poder de regeneraci­ón que tiene ese tipo de cuestiones es bastante fuerte”.

La ayuda que recibía de los organismos deportivos era de 50 dólares, siendo campeón panamerica­no, sudamerica­no con algunos récords. Hoy un deportista de su perfil recibe un incentivo superior a 2.000 dólares. “Cuando recibí los primeros 50 dólares tuve que decidir entre comprar un frasco de vitaminas o una calculador­a Casio para ir a la Universida­d. Ganó la calculador­a”.

Sus inicios

Idrovo estudiaba en la escuela Ezequiel Crespo. Jugaba fútbol y hacía

En 2008, luego que la plana mayor de la Federación Ecuatorian­a de Levantamie­nto de Pesas no tomara en cuenta su nombre para los Juegos Olímpicos de Beijing, Idrovo replanteó su situación. “Llevar 17 años de entrenamie­nto en el alto rendimient­o es durísimo, sanos y limpios muchos más”.

Idrovo era un ‘crack’ para el arranque. Rumbo a Londres 2012 cambió de entrenador. Con apoyo de Ignatov se propuso mejorar en la envión para tener un total más prometedor, aunque el nuevo ciclo empezó con una fuerte lesión en las muñecas que le impedía levantar pesas.

En 2011, durante los Juegos Nacionales de Manabí, se sorprendió así mismo al levantar 180 kg en el envión. Nunca antes había sacado 20 kg a su arranque. En ese otras actividade­s como cualquier niño a su edad. En noviembre de 1991 su vida tomó otra dirección. Por invitación de sus compañeros asistió a los entrenamie­ntos de levantamie­nto de pesas. A los 12 años ya obtuvo un título nacional en Ambato.

Por ser buen estudiante, obtuvo una beca en el Técnico Salesiano. Antes de matricular­se, su familia le hizo ver que tendría clases en la mañana y en la tarde. Las pesas estaban demás. Julio sorprendió con su respuesta y generó controvers­ia. “Verás mami, si tú me pones en el Técnico, pierdo el año. No porque no me guste el colegio, me encanta, pero yo quiero entrenar pesas”.

En la búsqueda de alternativ­as, Antonio Ávila le abrió las puertas. “Si eres mal estudiante, te sacamos de las pesas y nosotros momento pensó que todo valió la pena. “Había días que dormía cuatro, cinco horas. Era tanto el dolor de los grupos musculares que estaba trabajando que alguien dijo que ahí perdí toda la sensibilid­ad”.

En 2012, luego de competir en un panamerica­no, aceptó participar por su provincia en un certamen nacional. Debido a una sobrecarga, se desgarró el tendón supraespin­oso y tuvo que ser intervenid­o quirúrgica­mente.

Por la gravedad de la lesión, en 2013 llegó a un acuerdo con Ignatov. Si hasta noviembre no conseguía trabajo, retornaba a los entrenamie­ntos. En octubre, Manuel Bravo le ofreció la administra­ción de la Federación Ecuatorian­a de Atletismo, cargo que desempeña en la actualidad. elegimos”, escuchó de su familia y aceptó el reto. Terminó entre los tres mejores egresados y con algunos títulos deportivos con récords incluidos.

Salto internacio­nal

Sin rival que le pueda vencer dentro del país, Sichel le recomendó salir de su zona de confort. Con apoyo de PANESA viajó a Cuba con apenas 15 años. En los Juegos Nacionales Escolares de 1996, en Ciego de Ávila, fue el primer ecuatorian­o en ganar una presea de oro y uno de los pocos sudamerica­nos en vencer a los dueños de casa.

Cuando regresó al país, en pleno boom por la medalla olímpica de oro de Jefferson Pérez, manifestó a los medios de comunicaci­ón: yo quiero llegar a una olimpiada. Muchos empezaron a molestarle por su frase.

“Yo era una persona de contextura muy delgada. Podría haber parecido más un velocista que un levantador de pesas… Cuando en Migración me consultaba­n por mi deporte, ¡y los músculos dónde se quedaron!, me decían (ríe)”.

Pese a la poca fe que le tenían, clasificó a los Juegos Olímpicos ‘Atenas 2004’. En 69 kg se ubicó en el puesto 11 con un total de 295 kg (140 en arranque y 155 en envión). (D)

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Julio Idrovo es el administra­dor de la Federación Ecuatorian­a de Atletismo, cargo que asumió hace una década cuando se retiró del levantamie­nto de pesas.
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Julio Idrovo siempre se caracteriz­ó por su buen arranque.
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En Pavía, Italia, Julio Idrovo (D) coincidió con los entrenador­es Jhon Sichel (I) y Alexei Ignatov.

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