En Contexto
El arte de la economía no se trata simplemente de ser eficientes, sino también de ser oportunos y asertivos. Hoy estamos planteando una guerra contra el crimen organizado. Y las guerras son caras. Y más caras en un país que debe pagar USD 9.346,6 millones de una deuda externa que no puede reestructurarse, a costa de destruir la poca credibilidad que nos queda en los mercados financieros internacionales. Y, sin embargo, aquí estamos, buscando una peligrosa reestructuración, con el propósito de lograr fondos para luchar contra la delincuencia.
Ahora bien, nadie duda que hay que financiar la lucha contra el narcotráfico. ¿Sin embargo, cómo lo estamos haciendo? Pues hasta ahora al menos, dejando de pagar sueldos a los servidores públicos (excepción hecha del ejército y la policía), con la respectiva crisis de consumo doméstico. ¿Algo más? Pues recortando el crédito de vivienda en USD 176,3 millones y afectando así a la construcción, una de las industrias que más absorbe mano de obra mientras se toman USD 1.408 millones de los ahorros de los pensionistas para cubrir sus gastos. Y cerrando el telón con la fusión o eliminación de algunas instituciones públicas.
¿Suena sensato? Claro que suena sensato. Sin embargo, pensándolo dos veces: ¿Reducir el tamaño del Estado y generar 3.800 nuevos desempleados en plena crisis de seguridad? ¿Reducir la capacidad de generar empleo desde el sector de la construcción en una época como esta? ¿Incrementar el IVA cuando la economía está deprimida, para generar 1300 millones que nadie sabe cómo se van a acumular o dónde se van a gastar?
Claro, en una época de bonanza económica, reducir la burocracia y el gasto estatal, así sin contexto, puede hacer sentido para algún analista distraído. Pero ya en contexto, ¿generar desempleo y subir impuestos en uno de los momentos más duros de nuestra historia? ¿todo vale en nombre de la santa cruzada contra los carteles?
Pues bien, creo que hay que ser asertivos para planificar la economía de crisis. Es que sabe Usted, basta con ser “nice”, ni tampoco con ser “handsome”. Se trata de ser coherente con las necesidades del pueblo y su realidad…