El Universo

Cáncer de mama: la detección temprana es clave

La mayoría de mujeres diagnostic­adas con cáncer de mama en etapas iniciales (I y II), si reciben tratamient­o oportuno, tienen un buen pronóstico con tasas de superviven­cia a cinco años del 80 % al 90 %

- Por Xavier Ramos Pereira y Ricardo Zambrano Ayluardo

Mónica Orellana, de 36 años, lloró desconsola­damente en el baño de una institució­n médica privada cuando le confirmaro­n que tenía cáncer de mama en noviembre de 2019. Cuenta que sintió una “bolita” en el seno izquierdo, pero ella pensó que era “normal”, ya que en ese tiempo daba de lactar a su pequeña hija. La alarma se encendió cuando de la mama ya no salía leche y empezó un dolor “molestoso” cuando usaba sostenes.

Ella acudió al Instituto Ecuatorian­o de Seguridad Social (IESS) luego de que en una casa de salud privada le realizaran “mal” dos biopsias.

En el IESS le dijeron que tenía carcinoma. El doctor que la trató le dio dos opciones: conservar el seno y extender el tratamient­o (quimio y radioterap­ias) o extirparlo y reducir el tiempo de los procedimie­ntos. Optó por la extirpació­n. Le ordenaron dos quimiotera­pias antes de la operación y luego de la intervenci­ón debía realizarse cuatro más.

Dice que tuvo “suerte” porque los exámenes y la primera quimiotera­pia se gestionaro­n rápido, ya que las atenciones en el IESS son “fatales para pacientes oncológico­s o con enfermedad­es catastrófi­cas”.

La primera quimio fue el 19 de febrero de 2020. La segunda estaba programada para el 19 de marzo, pero llegó la pandemia y el IESS suspendió el tratamient­o. La desesperac­ión se apoderó de Mónica. Debido a la falta de recursos para costear la siguiente quimiotera­pia ($ 1.200) de forma particular, acudió a su familia por ayuda. Luego, como la operación el IESS también la canceló, Mónica tuvo que conseguir $ 3.700 para realizarse el procedimie­nto en una clínica.

Vendió comida, rifó una refrigerad­ora y acudió a las redes sociales. Con la campaña Juntos por Moni recaudó más de lo

que necesitaba y esto le ayudó a costear medicament­os.

Luego regresó al IESS. Fue “forrada” por el temor a contagiars­e de COVID-19. En esa quimio hubo complicaci­ones. Vio “estrellas”, tuvo taquicardi­a. Los médicos le rompieron el traje antifluido­s, le sacaron la mascarilla y la atendieron de urgencia para evitar un paro cardiaco. Actualment­e, Mónica está esperando que el IESS la derive a un centro privado para las radioterap­ias: “Tengo tres meses esperando”.

“Estuve a punto de tirar la toalla. En algún momento quise detenerme y que la enfermedad avance, pero mis tres hijos fueron mi impulso para no hacerlo. Es importante realizarse chequeos a tiempo, ya que así tenemos más probabilid­ades de ganarle a esta enfermedad”, dice.

En Ecuador, el Ministerio de Salud Pública (MSP) registra 56.022 atenciones por cáncer de mama entre el 2017 y agosto del 2020, las que correspond­en a 7.117 distintas mujeres con esa patología en ese periodo. De acuerdo con los registros del Centro Internacio­nal de Investigac­ión sobre el Cáncer, en Ecuador se diagnostic­aron 28.058 casos nuevos de cáncer en 2018, 12.782 fueron hombres y 15.276, mujeres.

De las mujeres, 2.787 correspond­en

Herencia familiar, estrés o sobrepeso también pueden generar la enfermedad.

a casos nuevos de cáncer de mama con una tasa de incidencia de 31,8 afectadas por cada 100.000 habitantes, según la última cifra global disponible.

El MSP menciona que implementa estrategia­s de captación y tamizaje en mujeres aparenteme­nte sanas que permite detectar el cáncer de mama en etapas iniciales. La mayoría de mujeres diagnostic­adas con cáncer de mama en etapas iniciales (I y II), si reciben tratamient­o, tienen un buen pronóstico con tasas de superviven­cia a 5 años del 80% al 90%, indica Ahmad Wali Mushtaq, oncólogo y responsabl­e de la gestión en el Hospital de Especialid­ades Eugenio Espejo de Quito.

En el país el cáncer de mama ocupó el onceavo lugar como causa de muerte en mujeres en 2019, según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a y Censos (INEC). Entre los tipos de cáncer está en tercer lugar después de la neoplasia maligna del útero y la del estómago.

Para Miguel Rueda, de la Sociedad Ecuatorian­a Multidisci­plinaria de Mastología, las cifras de diagnóstic­os demuestran que hay mayor conciencia de la enfermedad en el país. Sin embargo, es importante que se sigan derribando miedos y tabúes para disminuir la mortalidad cuya tasa en el país pasó de 3,9 en 2016 a 4,46 muertes por cada 100.000 habitantes en el 2019.

Detectar en una etapa temprana el cáncer de mama es primordial. Si bien es fundamenta­l que la mujer se realice un examen de palpación, cada mes al bañarse, posmenstru­ación, en búsqueda de algún nódulo en la glándula mamaria, no es ni debe ser considerad­o como el único método para detectar el cáncer.

Hay que realizarse chequeos, entre ellos mamografía­s, especialme­nte si hay condicione­s preexisten­tes como la edad, dice Rueda.

Toda mujer a partir de los 35 años, sin antecedent­es familiares de cáncer de mama, debería realizarse una mamografía bilateral para la detección temprana de malignidad. Y acompañarl­o de un eco mamario si es necesario.

Además, dice el especialis­ta, está el factor hereditari­o. Si la madre, hermanas, tías o un familiar hasta la cuarta generación de una mujer tuvo cáncer de mama las posibilida­des de que desarrolle la enfermedad son altas. Por eso se recomienda que se realicen las pruebas genéticas BRCA1 y BRCA2. Este examen puede indicar si se tiene un mayor riesgo de padecer cáncer y proceder a un tratamient­o de cirugía de reducción de riesgo, dice Tannia Soria, presidenta de la Sociedad Ecuatorian­a de Oncología.

La menstruaci­ón precoz, menopausia tardía, ausencia de embarazos, gestación tardía, diagnóstic­o de alguna mastopatía (cambios en el tejido

En América el diagnóstic­o de este cáncer aumentaría en 34% para 2030

mamario), tratamient­os hormonales, consumo de alcohol o tabaco, dieta no equilibrad­a, sobrepeso y el estrés también son factores a tomar en cuenta para la detección del cáncer de mama, añade Soria.

El síntoma más común de esta enfermedad es una masa o protuberan­cia en la mama, pero pueden existir otras señales que den una alerta: hinchazón total o parcial del seno (aunque no se sienta una protuberan­cia definida), irritación o hendiduras en la piel, dolor en el seno o en el pezón, retracción (contracció­n) de los pezones, enrojecimi­ento, descamació­n o engrosamie­nto de la piel de la mama o del pezón o secreción del pezón que no sea leche materna son algunas de las señales, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Sin embargo, muchas mujeres con cáncer de seno en etapa inicial no presentan síntomas, asegura Rueda. De allí la importanci­a de realizarse chequeos médicos.

“La mamografía es el único estudio que realmente reduce la mortalidad”, indica Wali.

Cada año en las Américas, más de 462.000 mujeres son diagnostic­adas con cáncer de mama y casi 100.000 mueren a causa de esta enfermedad.

Si la tendencia continúa, para el año 2030 el número de mujeres diagnostic­adas con esta patología aumentaría en el 34%. En América Latina y el Caribe el mayor porcentaje de muertes por cáncer de mama ocurre en mujeres menores de 65 años (56%), según la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud. (I)

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Cada 30 segundos se diagnostic­a un nuevo caso de cáncer de mama en el mundo.
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