El Universo

El barrio más resistente al coronaviru­s

Investigad­ores estudian la alimentaci­ón en una zona de la Trinitaria con pocos contagios y sin muertes.

- Por Cecilia Zúñiga Delgado

“Yo caí de un ratito a otro. A los dos días no tenía ningún olfato, no sentía el sabor (perdió el gusto), nada, entonces es porque me dio, sino que con la medicina ancestral, la que nos daban nuestros abuelos, que son los montes, con eso se me fue, con agua de panela, limón cocido, jengibre, hierbaluis­a, todo eso tomábamos y con eso nos sanábamos”, cuenta Rosa Elena Arboleda Arroyo, habitante de la cooperativ­a Independen­cia II, en Nigeria, isla Trinitaria, sur de Guayaquil.

En Nigeria usan plantas medicinale­s y aprovechan las vitaminas de las frutas.

Ella cree que le dio COVID-19 al inicio de la pandemia en Ecuador, cuando golpeó primero y fuertement­e a Guayaquil, en marzo y abril pasados. Pero al igual que a sus vecinos y habitantes de este populoso sector, que tiene contacto directo con el estero porque desde sus inicios se asentó en una zona de brazo de mar, el virus no los tumbó como esperaban ni ocasionó las muertes que tuvieron áreas y parroquias cercanas de esta localidad.

Su gente cree que la razón fue por el uso diario y constante de plantas medicinale­s y por su alimentaci­ón, basada en el consumo de pescados, mariscos, vegetales y otros. “Aquí han muerto por otras causas y hasta por la insegurida­d, pero no de COVID-19”, dice otro habitante. El problema es la falta de empleo y de ingresos económicos, agravado por la pandemia, coincide su población.

La alimentaci­ón y el uso de especias, como el jengibre, la cúrcuma, el anís estrellado y otras, han despertado el interés de epidemiólo­gos y otros profesiona­les que hacen un estudio etnonutric­ional para comprobar por qué Nigeria (un área vulnerable) fue menos afectada por el COVID-19 en el

boom de la pandemia.

Esto puesto que en otras localidade­s alrededor de la isla Trinitaria la diseminaci­ón del virus fue rápida y violenta, como ocurrió en las parroquias Ximena (como los Guasmos), Febres Cordero y otras. La investigac­ión en la que participan médicos y docentes de la Universida­d Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) se llama Estudio Etnonutric­ional en época de COVID-19.

“Todavía no hemos llegado a conclusion­es, sino a hipótesis, existen elementos protectore­s en esta población que pueden estar en la parte racial (genética) como es la proteína dupin, que hace que los afrodescen­dientes tengan muy poca gravedad en dengue y también en el paludismo falciparum (esto último sí es comprobado). Y la otra hipótesis es su costumbre nutriciona­l”, cuenta Francisco Andino, epidemiólo­go y docente investigad­or, quien al inicio de la pandemia en Guayaquil trabajó en la georrefere­nciación del virus con el arquitecto Héctor Hugo y una empresa especializ­ada en eso.

Ahí, y con la poca informació­n estadístic­a que les brindaban (resultados pruebas PCR), dice, le llamó la atención lo que ocurría en Nigeria, donde no había casos graves ni fallecimie­ntos por COVID-19.

Ya hay una primera fase del estudio que es la constante nutriciona­l, que salió de una muestra de 400 personas solo en Nigeria, a quienes se les practicaro­n pruebas para COVID-19, se conversó sobre su alimentaci­ón y dieron consentimi­ento para aquello. Ahora faltan la segunda y tercera fase, que incluye una valoración nutriciona­l con máquinas y equipos especializ­ados, como pesa de precisión para medir la masa corporal y ósea; y el estudio molecular que se hace tras la extracción de pruebas sanguíneas. Para esta última fase requieren gestionar los recursos económicos, agrega Andino.

En el estudio de la UCSG participan también especialis­tas en otras áreas como el nutricioni­sta Ludwig Álvarez Córdova, Melissa Sánchez, el biólogo molecular Saúl Escobar y Peter Chedraui, director del Instituto de Investigac­ión e Innovación en Salud de la UCSG.

“Francisco llevó (al inicio de la pandemia) a unos nutricioni­stas y estudiante­s de la Universida­d de Guayaquil, donde ellos empezaron a hacer una encuesta alimentari­a y determinar­on que el jengibre y otros

componente­s habían consumido en exceso y en teoría posiblemen­te eso los haya protegido... Sí tiene mucha importanci­a el consumo de omega 3, que viene en el pescado, la cúrcuma... Eso protege también contra el COVID-19, enfermedad con fondo inflamator­io”, expone Álvarez, máster en Nutrición Clínica e investigad­or de la UCSG, a cargo de la medición de la masa muscular y de la tabulación de la parte dietética (fase dos) que harán con otros colegas, dice.

Analizarán si a quienes les dio COVID-19 en Nigeria tuvieron pérdida de peso, de masa muscular o desnutrici­ón, pues el virus puede ocasionar caquexia, ya que la enfermedad es inflamator­ia y genera pérdida muscular.

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RONALD CEDEÑO kHierbalui­sa, orégano y otras se siembran en las casas.
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RONALD CEDEÑO kCarmen Arboleda enseña el árbol de neen. Usa sus hojas en infusiones.
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kEn la coop. Independen­cia II, en Nigeria, isla Trinitaria, su gente dice que el COVID-19 en la época dura fue una “gripecita” y que no hubo fallecidos.

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