Las dos caras del teletrabajo: unos laboran más tiempo del que cobran y otros hacen el mínimo esfuerzo
Hay trabajadores con jornada y sueldo reducidos, pero con más carga laboral que antes de la pandemia. Hay empresas que se ven afectadas con empleados que, sin control, bajan su desempeño o se ausentan.
El tiempo que Andrés destinaba para dialogar con su madre ya no existe. Tiene 9 horas al día para dormir, bañarse y ayudar con quehaceres domésticos. No tiene espacio para ejercitarse, pues asegura que trabajar 15 horas al día lo deja exhausto con su único deseo de dormir.
Este ritmo de trabajo lo lleva por más de cuatro meses. Toma paracetamol y valeriana por dolores musculares y nervios. Dice que hasta bajó de peso.
“El teletrabajo para mí ha sido la peor experiencia, esto empezó desde marzo y trabajaba de 09:00 a 18:00 con una hora de almuerzo, hasta junio la gestión fue llevadera, posterior a eso la carga (laboral) ha incrementado, a tal punto que me desocupo a las 00:00 o 01:00, es agobiante y pensé en renunciar”, expresa.
Andrés labora para un call center en Guayaquil y tiene su jornada reducida al 30 %. Pensó en denunciar a la compañía, pero por temor a un despido no lo hizo. “Debería trabajar 6 horas y media y laboro más del doble sin recargo de horas extras y los días de feriado no son pagados”, apunta.
Liliana pasa por la misma situación, pero en Quito. Afirma que recibe llamadas de sus superiores todos los domingos a las 05:00 para asignar tareas y lamenta que no se respete su tiempo de desconexión.
De tanta presión, cuenta, llegó a estar hospitalizada. “Estuve internada por molestias musculares, intestinales porque el colon se afecta”, dice y agrega que la empresa no reconoció económicamente el tratamiento médico.
A diferencia de Andrés, Liliana presentó una denuncia de inspección focalizada por acoso laboral en el Ministerio de Trabajo y espera tener una respuesta. “Lo que quiero es que pare el acoso laboral, uno es consciente de la realidad y que el contexto ha cambiado con la pandemia, pero me gustaría trabajar en armonía, en paz. Se necesita llegar a una situación que la otra parte también comprenda que uno es persona y no máquina, que respeten las horas
En Pichincha existen 63 denuncias, en Guayas 38, Loja 11, El Oro y Azuay 7.
de descanso”, relata.
El Ministerio de Trabajo registra 154 denuncias por acoso laboral, entre el 16 de marzo al 7 de octubre pasado, en el Sistema Único de Trabajo.
Esas cifras, según la abogada laboral Vanessa Velásquez, son mínimas y seguirán disminuyendo por temor a denunciar. Y porque el acuerdo ministerial 181, que establece directrices para aplicar el teletrabajo y que se refiere a la desconexión laboral, no es preciso.
El documento menciona que la desconexión será de al menos 12 horas continuas en un periodo de 24 horas. Pero en el siguiente párrafo dice que el trabajador tendrá derecho a mantener el tiempo de descanso que tenía en presencial. "Creo que hubo un error respecto a la redacción del acuerdo ministerial porque te dice que las primeras 12 horas tengo la obligación de trabajar, a pesar de que mi horario natural debería ser única y exclusivamente 8 horas", explica.
Con esto concuerda Yadira Armas Ortega, coordinadora (e) de Procesos Académicos en Ecotec, quien menciona que las ambigüedades no son buenas y en medio de esa confusión se genere un abuso.
También indica que las áreas de recursos humanos de cada empresa deberían analizar los contextos y plantear opciones para que se cumpla el horario sin llegar a excesos. "Es complicado trabajar la desconexión en el contexto de la familia (...). Es difícil asumir con el debido profesionalismo en el mismo entorno de la casa, más la presión de que con esta realidad no te puedes privar de un ingreso. Identificar los horarios hoy más que nunca sí es necesario para el Departamento de Recursos Humanos".
Velásquez menciona otro detalle que no contiene el acuerdo ministerial. "No te dice qué hacer si hay un abuso". Sugiere a los trabajadores denunciar y pedir una inspección focalizada. Ella y Armas aconsejan tener un registro de las llamadas, correos, conversaciones por WhatsApp, cualquier medio que evidencie el tiempo de conexión. "El primero que se encarga de definir el prestigio de una institución es su propio colaborador y no desde que pone una denuncia porque ya ha ocurrido una insatisfacción que llega a ser dialogada con los demás", asegura Armas.