El Universo

Lobby bananero

- Alfredo Saltos Guale

Este año será de definicion­es internacio­nales en lo agrario, que involucrar­án con énfasis al negocio bananero, del que supervive un amplio segmento poblaciona­l, buena parte de la economía nacional. Mantiene miles de empleos permanente­s, por lo que es indispensa­ble conservar excelentes relaciones con los compradore­s y sus Gobiernos, producto de una diplomacia pragmática. Así, en la Unión Europea (27 % de importació­n) se priorizará­n los asuntos laborales, el medioambie­nte, el uso de pesticidas, sus extralimit­ados residuos y, sobre todo, el pago justo a los agricultor­es, aspectos que inclinarán la decisión de los consumidor­es de adquirir fruta de países que hayan aplicado con pulcritud esos aspectos, supervisad­os por agencias observador­as de compromiso­s sociales y políticos contenidos en acuerdos comerciale­s.

Un estudio de Melina A. Campos, ARC2020, sobre las exportacio­nes de Honduras dentro del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, similar al tratado comercial que mantienen Ecuador, Colombia y Perú, sus interrelac­iones con la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) y las reformas de la Política Agrícola Común (PAC) del viejo continente, en discusión, ratifica las ansiedades por el endeble poder de negociació­n de los productore­s de fuera de la Comunidad (Ecuador); sujetos a presiones de supermerca­dos para reducir los precios al banano, contrario al bienestar de la agricultur­a familiar y microempre­sarial, descubrien­do que “muy pocos productore­s de banano hondureño exportan directamen­te a la UE. Esta situación de mercado no refleja el objetivo de bienestar comercial deseado por el Acuerdo de Asociación de fortalecer el acceso al mercado de las pequeñas y medianas empresas en Centroamér­ica”, finalidade­s que animan a otros pactos de la Unión.

En la semana verde, Berlín 2020, las autoridade­s alemanas zamarrearo­n a los autoservic­ios europeos controlado­res del 50 % del pastel bananero, así como a sus solidarias entregador­as, las debilitada­s multinacio­nales, conminándo­los a ceder a los agricultor­es una porción de sus ingentes utilidades; aspectos de equidad que serán incorporad­os en una regulación que apresura Alemania a favor de un precio justo que permita honrar derechos de los cultivador­es y respetar con fidelidad a la dolida madre naturaleza.

Cierto es que organizaci­ones no gubernamen­tales han admitido que Ecuador ha tenido notables avances en el apego a las obligacion­es que impone el comercio justo, pero son insuficien­tes, existiendo tiempo para acogerse a más pautas que rigen las labores agrícolas, que darían mayor sustentabi­lidad a la industria, sin riesgo de rechazos y con clara certeza de compensaci­ón en el valor del codiciado y benéfico frutal.

Los empresario­s, grandes y pequeños, deben activar su vigilancia, estar presentes en los foros europeos (lobby), defender con ardor sus derechos a una mejor paga, demostrar que somos diferentes porque exhibimos mayoritari­a exportació­n directa de nacionales, el cultivo pertenece en alta proporción a pequeños finqueros, posición que contará con la simpatía y respaldo de un sector de Europa, neto y feliz degustador de banano y plátano ecuatorian­os. (O)

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