El Universo

‘Propagandi­a’

- Iván Sandoval Carrión ivsanc@yahoo.com

“Si algo sé de tu especie, es que su estupidez solo es superada por su pereza” (La robot Maeve, en Westworld, temporada 3, episodio 2).

Este fin de año vi en YouTube el documental Propagandi­a (2018), de Carlos Andrés Vera, que fue parcialmen­te censurado por las cadenas de cines en Ecuador hace dos años. La película está centrada en la construcci­ón del “Estado de propaganda” que el régimen de Rafael Correa montó y sostuvo durante diez años en el Ecuador, con la ayuda de colaborado­res hoy prófugos de la justicia, y ante la mirada, o bien complacien­te, o adversa pero silenciosa, o indignada pero silenciada de los ciudadanos. El montaje de este aparato le costó millones de dólares al país y enriqueció a los fugitivos. En esta operación también participar­on, de manera discreta, muchos colaborado­res que no han sido mencionado­s y que probableme­nte medraron en el gobierno de Lenín Moreno.

La propaganda es ese viejo recurso de difusión de consignas y de supuesta informació­n antes que de ideas, presente en todos los campos de la vida de los seres hablantes, al servicio de los intereses de todos los poderes que pretenden regir nuestras vidas y mantener esa posición de dominio: el poder político, el económico, el comercial, el racial, el sexista, el de clase social, el supuestame­nte educativo, y así… Es un recurso ordinario del discurso del amo, que hace lazo social, que se estructura en relación con el lenguaje y que prioriza el uso de las imágenes anteponién­dolas al valor de la palabra. El correísmo se valió de ella para implantar un clima de propagació­n de eslóganes y disposicio­nes, un supuesto diagnóstic­o del progreso logrado y un acallamien­to persecutor­io de las ideas contrarias.

El correísmo sigue vigente, según la opinión de algún personaje entrevista­do por Vera. Coincido con ello en el presente. Su fortaleza radica en varios actores y factores que lo sostienen: media docena de “intelectua­les orgánicos” a su servicio, un puñado de empresario­s oportunist­as, un número indetermin­ado de ciudadanos genuinamen­te convencido­s de las propuestas, y una multitud hambrienta y desesperad­a sin ninguna perspectiv­a de alivio de su condición. A partir de los primeros se concibe y emite la propaganda que calará en los últimos, y que producirá efectos de sufragio en virtud del decir de Maeve. La “estupidez”

Hay una delgada y con frecuencia indiscerni­ble línea roja que separa la informació­n de la propaganda, en esta era globalizad­a.

de nuestra condición humana no implica déficit intelectua­l, sino estupefacc­ión, fascinació­n y seducción ante las imágenes prometedor­as y los eslóganes que parecen verdades y que ahorran el trabajo de pensar. Nuestra “pereza” no es necesariam­ente laboral, sino intelectua­l, y eso es más evidente en la sociedad ecuatorian­a: nos adherimos a la palabra de quien “nos da pensando y hablando”.

Vale la pena ver y sobre todo “leer” este documental en este momento de campaña electoral, aunque su parte final parece “propaganda” en favor de Guillermo Lasso. Después de todo, hay una delgada y con frecuencia indiscerni­ble línea roja que separa la informació­n de la propaganda, en esta era de la comunicaci­ón globalizad­a. Vale la pena que los correístas vean Propagandi­a, para que emitan su propia opinión, aunque resulte predecible. (O)

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