Por fuerza mayor
Realizar elecciones en tiempos de pandemia y siguiendo la Constitución de Montecristi es un despropósito. La ya desorganizada, saqueada y desarticulada República acumula tantos males que lo único que procede es fundar una nueva, con sólidos fundamentos que no están en una carta que no establece un estado de derecho ni respeta la división de poderes establecida por Montesquieu. A la desorganización organizada premeditadamente, se suman unas 130 instituciones públicas inútiles y costosas, una corrupción que continúa con un perfil más bajo y unas 500 leyes, códigos, leyes orgánicas, reglamentos, decretos, acuerdo y más textos legales, muchos contradictorios entre sí, escritos con mentalidad totalitaria que convierten a los ciudadanos en víctimas de más de 70 impuestos, patentes, peajes, multas y otros abusos; y de los complicadísimos trámites propios de un Estado acromegálico y de la mediocridad en la que se desenvuelve la mayoría de gobiernos autónomos. A lo que se añade la ineficacia y en ciertos casos hasta inmoralidad y lentitud de procedimientos de los tantos recursos inventados para demorar la acción de la justicia y consagrar la impunidad y el robo. País no solo saqueado cuando más ingresos recibía, sino también endeudado. Bajo las actuales condiciones no debe haber elecciones, la pandemia de COVID no otorga condiciones para la realización de comicios, caso de fuerza mayor. Y porque rige una constitución espuria. (O) Eduardo Mora Anda, doctor en Jurisprudencia, Quito