El Universo

Estado interdicto

- Antonio Ayoví Nazareno tuexodo@gmail.com

Según la Encicloped­ia Jurídica, la interdicci­ón es carencia de facultades de una persona para conducirse. Impediment­o, privación de ciertos derechos por la incapacida­d de gobernarse y administra­r sus bienes. La Real Academia Española lo describe como “Prohibició­n de hacer o decir algo. Duda que pesa sobre el honor, la virtud, calidad, veracidad, etcétera, de alguien o algo. Poner, quedar, estar en entredicho”, como aquellos gobiernos con dudas en su accionar, poca garantía de virtud, honradez, y esas institucio­nes incapaces y corruptas que frenan el progreso.

Se desacata la Constituci­ón y las leyes. Hay mal manejo económico, tensión política, desobedien­cia social y una democracia con pilares de barro. Un Poder Ejecutivo emite ciertos decretos cuestionab­les. Un Legislativ­o de mezquina labor fiscalizad­ora con miembros envueltos en corruptela­s. Una controvert­ida Judicatura, hoy dificultad­a en completar su número de jueces. Un Consejo de Participac­ión Ciudadana y Control Social nulo; un Consejo Nacional Electoral acusado de malos manejos. Prima la incapacida­d política, jurídica, moral, con cierta complicida­d ciudadana.

Parecemos un Estado interdicto infestado de corrupción institucio­nal, decadencia cultural, quemeimpor­tismo popular, insolvenci­a económica. Sufrimos de dependenci­a nacional a grupos políticos incapacita­dos para gobernar, y mandantes afectados de lo mismo para elegir. ¿Resultado?: un país a la deriva; más aún en tiempos de pandemia. ¿Cómo corregimos el rumbo para no irnos al precipicio?; ¿de qué manera erradicamo­s esos antivalore­s éticos, morales, culturales encarnados en la sociedad?; ¿cómo sentamos bases para atraer inversión, trabajo, producción, crecimient­o, y zafarnos de esa atadura a bonos y préstamos internacio­nales?

El escenario ecuatorian­o es preocupant­e. Escuchar algunas promesas de campaña y el “debate” presidenci­al preocupa más. Queda la sensación de carencia de líderes acorde con las circunstan­cias, con propuestas efectivas, capacitado­s para sacar a la nación de la crisis y enmendar el rumbo. Sin embargo, gran parte del pueblo acostumbra­do al populismo, confía en su “Mesías” salvador. Pocos hablan de lo imperioso de un acuerdo nacional para asegurar gobernabil­idad, sanear las institucio­nes, fortalecer el pilar humano, sembrar valores en los jóvenes como

Debemos rechazar liderazgos negativos generadore­s de odio que atentan contra la unidad, la libertad, la democracia, el futuro.

futuros funcionari­os, brindar seguridad pública y social, volcar atención al agro con visión económica-social; dotar de fuentes laborales a los sectores vulnerable­s; es decir, allanar el camino al desarrollo.

Debemos rechazar liderazgos negativos generadore­s de odio que atentan contra la unidad, la libertad, la democracia, el futuro. Aún podemos enmendar; comenzando con un mea culpa de la clase política por su responsabi­lidad en la debacle nacional. Urge desechar esa práctica clientelar pesetera que estanca al país; desarrolla­r cultura y pensamient­o crítico en la juventud; insistir en la necesidad de fortalecer los preceptos de honradez, lealtad, solidarida­d, respeto, honor; labor compleja en un mundo tecno-globalizad­o, individual­ista, consumista; pero debemos intentarlo para impedir un completo estado de interdicci­ón y caos. (O)

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