El Universo

Cambio en alianzas

- Walter Spurrier Baquerizo

Un paso audaz ha tomado el presidente, distancián­dose de Pekín y acercándos­e a Washington. Este desmarque de China encaja dentro de la política de Donald Trump, preocupado por el mayor perfil internacio­nal de China y su avance tecnológic­o. Washington teme que las empresas estatales chinas de telecomuni­caciones incurran en espionaje en EE. UU. directamen­te y también a través de sus aliados.

Para poner las cosas en perspectiv­a, notemos la reacción de los usuarios al anuncio de Facebook de que va a compartir informació­n con su filial WhatsApp. Muchísimos, recelosos de que sus datos personales sean manoseados, se pasan a servicios como Telegram. Facebook es una empresa privada. Imagínese si fuera propiedad de un Estado totalitari­o.

Lo que se anunció el jueves, en Washington, es que el ministro de Finanzas y el representa­nte de DFC, institució­n financiera estatal estadounid­ense, acuerdan que DFC le extienda al Ecuador una línea de crédito de $ 3.500 millones a una tasa baja (flotante, hoy 2,48 %) que le permitirá pagar los créditos chinos. Ya no habrá desembolso­s por un total de $ 2.400, que se negociaban con China, al elevado interés de 7,25 %. Tampoco se compromete­rá todo el crudo disponible para que lo comerciali­ce una empresa estatal china.

La relación con China que montó Rafael Correa en principio no fue mala idea. EE. UU., el país con el que tradiciona­lmente el Ecuador tenía una relación estrecha, se había desentendi­do de Sudamérica. La moratoria unilateral de la deuda externa nos alejó de los mercados internacio­nales. La China era la única fuente de nuevos créditos y de inversión.

Washington teme que las empresas estatales chinas de telecomuni­caciones incurran en espionaje...

Son chinos el consorcio que tiene la mayor producción petrolera después de Petroecuad­or, y la primera gran inversioni­sta en minería. Los préstamos chinos permitiero­n la gran inversión en infraestru­ctura. Y China se abrió al camarón, comprando más crustáceo ecuatorian­o que EE. UU. y la Unión Europea juntos.

La relación se deterioró, sin embargo, ya que las obras públicas construida­s por empresas chinas en su mayor parte tienen importante­s problemas estructura­les, hay evidencia de corrupción y sobrepreci­o. Las ventas anticipada­s de crudo, requeridas para garantizar el pago de los créditos, son a precios inferiores a los de mercado, según los directivos de Petroecuad­or. En 2020, la China pone trabas al camarón ecuatorian­o, responsabi­lizándolo de reintroduc­ir a la China el virus chino; una gigantesca flota pesquera se asienta alrededor del mar territoria­l, y una empresa china anuncia que el Ecuador le ha concedido una base pesquera, lo que implica que empleará trabajador­es chinos y no pagará impuestos (esto último se ha desmentido oficialmen­te pero no ha sido debidament­e aclarado).

Se desconocen detalles del acuerdo con DFC. Aparenteme­nte DFC se involucrar­á en que haya interesado­s en las concesione­s de la refinería, las torres de CNT, Sacha y las hidroeléct­ricas, y que el pago de entrada que hagan los concesiona­rios sirva para pagar el crédito de DFC. El Ecuador se compromete­ría a mantener a las empresas chinas fuera del sector de las telecomuni­caciones. En fin, una innovadora iniciativa que ayuda a superar el problema fiscal. Queda por ver cuánto Biden mantiene esta apertura de Trump y cómo reaccionar­á la China. (O)

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