El Universo

Los pumas se alimentan de cabras ante la falta de venados y saínos, sus presas naturales, en La Ceiba

Cada familia pierde un promedio de cuatro ejemplares de su ganado caprino al mes, que es una de las principale­s fuentes de recursos económicos en el suroeste de la provincia de Loja, donde hay el conflicto fauna-población.

- Por Xavier Ramos Pereira

La principal amenaza de las cabras que pastorean durante el día en los alrededore­s de la Reserva Natural La Ceiba, en Loja, son los pumas que las cazan como alimento.

Los rebaños de los ganaderos permanecen a la intemperie y por las noches retornan a los corrales donde quedan encerradas y seguras. En este trayecto algunas se pierden y pernoctan en el bosque.

Entonces los pumas están al acecho y capturan a las rezagadas durante las noches. Estos felinos son nocturnos, sobre todo en zonas donde hay mucha presencia humana en su territorio, indica Cindy Hurtado, vicepresid­enta del Centro de Investigac­ión Biodiversi­dad Sostenible BioS.

De las 14 familias del sector, al menos ocho han reportado que cada una pierde, en promedio, cuatro cabras al mes, hasta $ 240, ya que un ejemplar cuesta entre $ 40 y $ 60.

La bióloga Hurtado ha colocado cuatro collares GPS en pumas que viven en el bosque seco para hacerles seguimient­o como parte de la tesis de su doctorado de la Universida­d British Columbia de Canadá. En diciembre pasado, pusieron uno en el cuello de un puma hembra en La Ceiba, una reserva de 10.200 hectáreas administra­da por Naturaleza y Cultura Internacio­nal (NCI).

Con esto se observan casi en tiempo real los movimiento­s

Más del 95% del bosque seco se ha perdido por la intervenci­ón humana.

del ejemplar. “Estoy en contacto con una de las familias y les informo cada vez que el puma hembra está cerca del sitio Cabeza de Toro, donde ellos viven”, dice Hurtado.

El conflicto se evidenció en 2015 cuando los científico­s del Centro de Investigac­ión Biodiversi­dad Sostenible BioS llegaron a trabajar en esta zona fronteriza que alberga al ecosistema del bosque seco, que comparten Ecuador y Perú.

Los habitantes del lugar viven de la ganadería. Obtienen dinero de la leche, del queso o la carne. “Entonces hay personas que en represalia han intentado matar a los pumas. Incluso ya lo han hecho en el pasado”, asegura Hurtado.

Uno de los problemas en esta área protegida es la escasez de presas naturales habituales del puma como el venado de cola blanca y el pecarí de collar. “Hemos dejado las cámaras trampa por un año y no se ha registrado ni uno solo. En el Parque Nacional Cerros de Amotape en Perú, que está cerca a La Ceiba, siempre hay fotos de pecarís, hay una población saludable de pumas y sus presas. Allí hay ganado vacuno, pero no se dan ataques a los animales que crían los humanos”, asegura.

Ante la ausencia de las presas naturales en La Ceiba, quedan las cabras. “Es un problema ecológico y social complejo, se habla con la gente para que tenga cierta tolerancia con los pumas. Desde las ciudades se observa a estos felinos tan lindos, pero no los tienen en los patios de sus casas comiéndose su sustento diario”, dice.

La solución no es matarlos, ya que seguirán llegando otros a ocupar esos territorio­s porque hay una población saludable de pumas del lado del ecosistema en Perú que cruza la frontera hacia Ecuador.

“El problema no se acabará matándolos. Lo de remover depredador­es

El puma está actualment­e en la categoría de especie ‘vulnerable’ en Ecuador.

es una práctica que se hace en otros sitios con la idea de bajar el ataque al ganado, pero está demostrado que ese no es el caso ya que llegan depredador­es de otros sitios”, afirma Hurtado.

La conexión de las reservas privadas con las áreas protegidas estatales es una opción con la conformaci­ón de corredores. Otra alternativ­a es recuperar la población de presas naturales de venados o saínos.

Darwin Martínez, coordinado­r en Loja de NCI, refiere que la cría de cabras es una de las principale­s actividade­s económicas en el suroeste de Loja.

“Un aspecto es que el bosque seco se ha adaptado a este sistema productivo, a diferencia de las áreas donde se ha talado para sembrar maíz. El capicultor se preocupa por mantener el bosque porque de ahí obtiene el forraje para sus animales, claro que las cabras sí ocasionan un impacto muy fuerte en el crecimient­o y desarrollo del bosque”, añade.

Pintar ojos en las “nalgas” de las cabras como mecanismo de defensa y evitar que sean cazadas por los pumas es otra de las alternativ­as, indica Cristian Barros Díaz, presidente de la ONG ecológica Japu.

La idea es que el felino piense que la presa lo ha visto y desista de su captura. El mecanismo ha funcionado en África y se pretende aplicar en Ecuador, proyecto para el que se busca financiami­ento.

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CORTESÍA RENZO OJEDA kHay pumas en la Reserva Natural La Ceiba, en Loja. A uno de ellos se le colocó un collar GPS para seguir sus movimiento­s.
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CORTESÍA ÁLVARO GARCÍA kCada cabra cuesta entre $ 40 y $ 60 en el cantón Zapotillo, en Loja.

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